La construcción y puesta en marcha desde 2024 de un vivero tecnificado junto a la comunidad de Pitajones marca un avance estratégico para la apicultura espirituana.
Esta infraestructura, única en su tipo en el territorio, tiene como objetivo respaldar la reforestación masiva de plantas melíferas alrededor de los apiarios, buscando producciones de miel constantes durante el año y romper el esquema tradicional que concentra los mayores volúmenes en solo dos temporadas.
Transcurridos los primeros cinco meses de 2025, la siembra en el vivero cubre el 70% de su capacidad operativa.
Diseñado para trabajar con 35 especies botánicas productoras de néctar, la instalación proyecta una producción anual de 325 000 plantas. Estas estarán destinadas a reforestar zonas apícolas de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey, según datos oficiales.
Amaury Santander Hernández, director de la Unidad Empresarial de Base Apícola provincial, confirmó a Escambray la comercialización de las primeras 4 000 plantas de eucalipto —especie priorizada por su adaptación a los suelos locales y valor maderable—.
“Por primera vez la Apicultura conduce un programa de reforestación propio, con tecnología moderna, dirigido a buscar un impacto en los ecosistemas y fomentar plantas de mediano y alto porte cuyas flores son reconocidas en la ruta de la miel”, señaló.
El vivero, financiado mediante un crédito de la Agencia Francesa para el Desarrollo como parte de un proyecto integral para el sector apícola cubano, cuenta con riego automatizado y sistemas ecológicos que garantizan posturas de alta calidad.
Su implementación partió de estudios realizados por los institutos de Suelos y Geografía, los cuales geolocalizaron apiarios y áreas viables para reforestación, complementados con inventarios florales elaborados por apicultores en temporadas de baja producción.
Santander Hernández detalló que la reforestación se ejecutará en meses de baja cosecha (febrero-abril y julio-agosto) para estabilizar floraciones y lograr cosechas significativas durante los doce meses.
La meta es alcanzar el potencial productivo del territorio: 1 120 toneladas anuales de miel (frente a 700 toneladas planificadas en 2025). Para ello, se requiere reforestar el 40% de las áreas actualmente dedicadas a la apicultura.
“Sin incrementar las colmenas —hoy explotadas ineficientemente por falta de flora adecuada—, proyectamos aumentar la producción mediante esta reforestación científica”, subrayó el directivo, enfatizando que las plantaciones serán realizadas por los productores locales bajo planificación técnica centralizada.