A dos kilómetros de la carretera hacia el oriente cubano, enclavada en parajes intrincados, se encuentra la finca La Niña. Sus poco más de cinco caballerías de tierra, dedicadas a cultivos varios y ganadería, son el resultado de años de esfuerzo del campesino Nelson Mejías Fernández, beneficiario del Decreto Ley 300.
Cuando llegó a estos parajes, aquí solo regaló la vida, recuerda Mejías, quien con tenacidad transformó el terreno en una fuente de alimento para su familia y otros pobladores de la región, destacó el reporte de Canal Caribe.
Mejías, asociado a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Manuel Rojas de Sibanicú, explicó su enfoque productivo: “Yo lo miro de ganadería, pero bueno, me he enfrascado hace dos años y medio más o menos en la agricultura, porque me gusta sembrar. En eso es lo que más me he enfocado. Tengo, de las cinco caballerías, tengo dos y media que cultivo”.
Su sistema prioriza la rotación de cultivos, concentrándose en granos como maíz y frijol, además de yuca y plátano para el autoconsumo familiar y la alimentación animal. Actualmente planea expandir el cultivo de plátano en cuatro hectáreas.
La producción de La Niña tiene un destino claro: “Bueno, estas producciones que yo cosecho aquí, normalmente para los subestecimientos del municipio, lo que es objetivo social, o sea salud, educación, y lo otro las entrega Acopio y contrato que tengo a través de la CCS con Frutas Selectas”. Este doble canal —abastecimiento social y contrato formal— asegura un impacto local directo.
Pese a una intensa sequía que afectó el territorio en el último año, Mejías logró sostener sus cultivos. “Con el tema de la sequía, ha sido arriesgándome a la naturaleza. He tenido la suerte de que me ha ayudado la naturaleza en ese caso. Le he dado el punto clave en la fecha, ahora mismo con el maíz”, detalló el productor, quien adapta sus prácticas a las condiciones climáticas adversas.
