En el municipio Manuel Tames, específicamente en la localidad de Argeo Martínez, la finca Oyo-Ollé se erige como un ejemplo de perseverancia agrícola y compromiso con la sostenibilidad alimentaria.
Su propietario, Roidelis Rodríguez Ramírez, ha convertido 34 hectáreas otrora abandonadas en un modelo productivo reconocido, incluso por el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante una reciente visita al territorio.
Hace cuatro años, Rodríguez Ramírez emprendió la tarea de rescatar estas tierras, que pertenecieron a la granja de alimentos de la empresa azucarera local, explicó el periódico Venceremos.
“Esto era la granja de alimentos de la empresa azucarera, tenía 44 ha bajo riego y garantizaba por lo menos el 70 por ciento de alimento a la comunidad, sin embargo, hace 15 años se abandonó, era un monte”, relató sobre los inicios.
“Se la solicité a la UBPC Manuel Sánchez López en condición de usufructuario, y empecé a recobrarla”
Su labor ha sido intensa. Actualmente, cuenta con 10 hectáreas dedicadas a cultivos varios y 24 en proceso de rotulación para cultivos permanentes. Su plan incluye destinar 15 hectáreas al plátano y el resto a yuca.
Además, siembra 12 hectáreas de maíz, dos de cebolla, y produce pimiento, ajo y tomate. Su meta es alcanzar las 40 hectáreas cultivadas. “Si la tierra me alcanza, me incluyo, lo que hay es que sembrar”, afirmó al ser cuestionado sobre la diversificación, incluso con papa.
La fuerza laboral en Oyo-Ollé varía según la temporada: cuenta con 15 trabajadores fijos durante la primavera y hasta 40 en la intensa campaña de frío.
Rodríguez Ramírez asegura condiciones dignas: un salario diario de 400 pesos, 100 pesos por hora extra y almuerzo gratuito, convencido de que el bienestar de su equipo es esencial para la sostenibilidad de la finca.
La recuperación de infraestructuras ha sido clave. “Recuperé la estación de bombeo, ahora actualmente tengo diez por ciento bajo riego”, explicó.
“La finca tiene fuentes hídricas por todos los lados, la bordea el río Guaso y la atraviesa el canal Camarones, por tanto tiene para aprovechar el potencial”.
Su ingenio es notable: siendo especialista en ciencias informáticas, se reconvirtió en agricultor y demostró habilidades multifacéticas, incluyendo la mecánica.
“Ese tractor —muestra con orgullo— yo lo armé con mis propias manos, todo el montaje, el motor adaptado lo instalé y lo alineé, aunque busco asesoría por si acaso; la informática me gusta pero la necesidad del país es otra, la comida es lo principal”, destacó.
Su compromiso con la comunidad es sólido. Destina el 80% de su producción a las ferias agroindustriales que se realizan los sábados en Guantánamo, contribuyendo significativamente al abastecimiento local.
A la última feria envió 650 quintales de col, 250 quintales de pepino, ocho mil 500 mazos de cebolla, 350 cajas de tomate, mil 100 cajas de ají pimiento y mil 500 ristras de ajo. El 20% restante se divide: 10% para contrato directo con Frutas Selectas y el otro 10% para donativos a objetivos sociales.
Este último aspecto define su filosofía. El nombre de la finca, Oyo-Ollé, refleja un principio de la religión yoruba: “el nombre es un principio de la religión yoruba de ayudar a todo el que lo necesite, en eso es en lo que quiero basar la finca”, explicó el campesino de 38 años.
Apadrina proyectos vitales como la Casita Infantil Granito de Azúcar y el proyecto Jagüey La Esperanza. Además, apoya al Sistema de Atención a la Familia, al Programa de Atención Materno Infantil y proyecta financiar una futura Casa de Abuelos en su comunidad.
“También he dedicado el 20 por ciento de esas producciones a esas labores, desde ayudar a un vecino hasta apoyar una institución social”, indicó.
Aunque es propietario de la mipyme Servar, dedicada a reparación de equipos y venta de alimentos, su foco principal es claro: “Estoy más enfocado como productor, esta —la finca— es la columna vertebral de todo, los cimientos”.
Rodríguez Ramírez personifica al productor eficiente e innovador que Cuba necesita urgentemente, demostrando que es posible rescatar tierras olvidadas, garantizar alimentos y sembrar solidaridad.