Bancarización: Deudas desde el surco

“La bancarización, si estuviera al alcance de todos con posibilidades tecnológicas y de conocimientos, sería maravillosa”, así declara el productor Alexander González Ramos, quien pertenece a la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Rogelio Rojas, en el municipio de Colombia.

Y es que el proceso, indicado desde el Banco Central de Cuba (BCC) mediante la Resolución 111, se presenta como necesidad ante la escasez de efectivo, e impulso para modernizar la economía. Uno de sus principios básicos es que el usuario decida el modo de pago que empleará.

Alexander González Ramos, productor de la CCS Rogelio Rojas, en Colombia, Las Tunas. Foto: Periódico 26.

Alexander desde su finca, perteneciente al Consejo Popular 7 Borbollón, menciona que, en el universo campesino, la mayoría no cuenta con un teléfono celular que le permita asociar el Transfermóvil, y hay quienes lo tienen y no dominan la tecnología. Se suma, afirma, lo distante que para muchos quedan los servicios bancarios en el territorio.

Lo otro que limita, refiere González Ramos, “es la poca aceptación que tiene el pago por transferencia o uso del código QR, y no solo en los establecimientos no estatales. Como política de país es positivo su existencia, pero por lo antes dicho, habrá quienes por años no podrán bancarizarse en el entorno agrícola”.

Desde el Banco de Créditos y Comercio (BANDEC), en esta localidad sureña, su director, Reynier Viñales Castellanos, declara que “todavía perviven numerosos problemas, dudas e inquietudes, sobre la puesta en vigor de la bancarización. El sector campesino es muy vulnerable por la lejanía de la sucursal, pero nosotros le damos una mirada diferente, aquí ellos son protegidos con las operaciones”.

El territorio de Colombia [municipio perteneciente a Las Tunas] presenta una geografía alargada, hay asentamientos rurales a más de 30 kilómetros de la cabecera municipal, lo que implica que estén distantes de la conectividad a Internet, y que se les dificulte el traslado hacia la zona urbana, por el estado de los viales y la situación del transporte.

El directivo de BANDEC está consciente de “que disímiles lugares se encuentran en zonas de silencio y con sus cuentas bancarias los labriegos no pueden realizar las operaciones deseadas. Pero en la sucursal les damos el efectivo que nos demandan para los pagos eventuales de su actividad en el campo”.

Reynier Viñales Castellanos, director de Bandec en el municipio de Colombia. Foto: Periódico 26.

Señala Viñales Castellanos que, en estos momentos, el asunto del efectivo, lo están encaminando si es una necesidad propia del cliente, ya sea para gastos personales, “pero si es dirigido a una compraventa entre actores económicos, como bien refleja la Resolución 111, cuando la operación supera los cinco mil pesos no media pago en efectivo. Debe ser por transferencia, ya sea para una compra o venta de una yunta de buey, maquinarias, equipos o animales… Esos pagos solo median por la vía digital”.

Apunta que desde la sucursal exhortan a los campesinos, que cuentan con puntos de venta en el municipio, a que hagan un uso eficiente del código QR. “Porque facilita la vida de los pobladores. No es una obligación, es donde las condiciones lo ameriten”, remarca.

En cuanto a la leche detalla que se les está protegiendo al 50% el pago en efectivo y el resto en tarjeta magnética, de cuyo monto digital, en ciertas ocasiones, algunos demandan el dinero físico. “Si no está en ese minuto, los anotamos, luego los localizamos y les hacemos el pago sin problemas”.

Para el productor Alexander González, el hecho de poseer la tecnología, residir en el perímetro urbano y las relaciones personales, “me han dado la posibilidad de utilizar el dinero puesto en tarjeta, eso no ha sido un dilema. Pero las quejas son reiteradas, a los campesinos les resulta complejo venir al pueblo. ¿Cuántas veces salen para lograr parte del dinero o nada?”.

Considera que el estudio debe ser más objetivo, evaluar caso a caso, quiénes pueden bancarizarse a partir de lo relacionado anteriormente. Lo otro, dice, es que debían tomarse medidas severas con aquellos actores económicos que se niegan a aceptar el pago por los distintos canales.

Desde Amancio más argumentos

En el municipio de Amancio, una localidad eminentemente agrícola y como otras con dificultades en el acceso a las tecnologías, también abundan las dudas si de bancarización se habla entre los hombres y mujeres de cara al surco.

Pedro Rubiales Escalona, presidente de la CCS Lino Álvarez, especifica que entre los beneficios está que no hay que emplear efectivo para la realización de las compras, ya que se pueden usar las vías electrónicas.

Sin embargo, señala como aspecto negativo la no existencia en la comarca de cajeros automáticos, lo que provoca grandes aglomeraciones en el banco de la sucursal BANDEC. Agrega que allí tienen que hacer largas colas, al igual que el resto de la población, para recibir 1 000 o 2 000 pesos y, en ocasiones, les coge hasta las 3:00 de la tarde en esas lides.

El presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en Amancio, Yaismel Téllez Palmero, refiere que el principal obstáculo en esta zona es el bajo número de mercados para comprar insumos y, por lo general, tienen que pagarlos en efectivo.

Remarca que el Grupo Empresarial de Logística del Ministerio de la Agricultura (Gelma) ofrece algunos recursos, pero a precios muy elevados, por lo que se ven obligados a comprarlos en el mercado informal siempre con el dinero físico.

“La bancarización nos permite transferir directo a las tarjetas de los productores, sin tener que andar con una carpeta llena de billetes por esos montes”, destaca Ernesto Concepción Conesa, presidente de la CCS Camilo Cienfuegos. Además, sostiene, evita y previene desvíos monetarios que muchas veces los han afectado, y posibilita el pago inmediato de suministros y servicios prestados.

Ernesto Concepción Conesa, presidente de la CCS Camilo Cienfuegos. Foto: Periódico 26.

Concepción Conesa subraya lo que es realidad compartida por cientos en la localidad, si de desventajas del proceso se trata, aunque intentan seguir sorteando el temporal: obliga a los campesinos a salir reiteradamente de sus fincas y permanecen en extensas filas en el banco, mientras podrían estar cultivando la tierra. La disponibilidad de efectivo en esas instituciones no satisface las solicitudes mínimas que necesitan para sus gastos; en casi ningún establecimiento o puntos de venta aceptan el pago por transferencia y no todos los agricultores tienen un móvil. Panorama agravado por la mala o escasa conexión que predomina en el territorio.

Así, con muchas deudas, anda la bancarización en Colombia y Amancio. La falta de tecnologías y de estrategias prácticas empañan un proceder al que no se puede renunciar, por el avance que implica; pero que necesita tomar un rumbo diferente que proteja, respalde, anime y no les imponga trabas a quienes tienen la alta misión de día a día, y de sol a sol, poner la alimentación sobre la mesa.

(Tomado de Periódico 26)

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