Un “limpia peceras” en la Agroindustrial Ceballos

En un espacio reducido, apenas 2.3 hectáreas (ha) de la Empresa Agroindustrial Ceballos, los trabajadores del Centro de Producción de Bioinsumos sitúan el punto de partida del día a día en el procesamiento de materia vegetal para el mejoramiento y fertilización de los suelos.

Si en alguna medida el colectivo adscripto a la Unidad Empresarial de Base (UEB) Producción de Vegetales, puede sentirse responsable de que en el 2024 se hayan producido 3141 toneladas más de alimentos que un año antes en la entidad ceballense, sabe que en el futuro inmediato el impacto pudiera ser mucho mayor.

Lo tiene bien claro Jorge Francisco Acosta Méndez, el ingeniero agrónomo que encabeza el colectivo laboral de 14 integrantes. Y la información gráfica que informa a los visitantes lo corrobora: en 2024 entregaron 240 kilogramos (kg) de humus de lombriz líquido, uno de los rubros fundamentales que en el año en curso pretenden multiplicar hasta la cifra de 45 400 kg.

Exnier González Suárez, delegado provincial de la Agricultura en Ciego de Ávila, pero hasta hace muy poco director general de la Empresa, refiere que mediante microorganismo eficientes —de los cuales pretenden aportar 3140 kg en 2025— y el citado humus, garantizan el programa de cultivos protegidos y el de viveros de frutales de la Empresa.

“Logramos incluir el humus de lombriz líquido dentro del paquete tecnológico del programa de aplicaciones a frutales; a la guayaba, por ejemplo, se le aplica con una frecuencia quincenal junto con microorganismos eficientes”, refiere el directivo.

Los especialistas aseguran que la UEB Industrial Ceballos genera miles de toneladas de desechos sólidos por campaña. Tanta basura deja de serlo cuando resuelve lo que pudiera ser el Talón de Aquiles: disponer de suficiente volumen de materia prima para lograr sostenibilidad en la obtención de bioinsumos en el transcurso de 12 meses.

“No paramos en todo el año, aprovechamos hasta las cáscaras, el residuo de la carbonilla del proceso de exportación del carbón, las cenizas que deja el procesamiento de la biomasa en la Bioléctrica pinense, pero también cachaza que traemos del central Ciro Redondo”, comenta Acosta Méndez.

“En el mundo hay muchos estudios del biocarbón que no es más que el enriquecimiento del carbón a partir de nutrientes, o microrganismos eficientes, bacterias, hongos, lo que mejora mucho las propiedades, sobre todo en cuanto a la captación de carbono en el suelo”, explica Exnel, a sabiendas de que otros componentes hay que buscarlos, y se buscan, más allá de las fronteras provinciales, es el caso de la zeolita que preferentemente se obtiene en la vecina Camagüey, aunque en ocasiones es preciso traerla desde Villa Clara.

Un pase de revista a los planes inmediatos, revela que a partir de enero pasado y hasta el 31 de diciembre, aquí se proponen contribuir al crecimiento productivo de la Empresa mediante la elaboración de 620 kg de tabaquina, 39 000 de humus de lombriz sólido, 60 000 de abono órgano-mineral, 2140 de caldo de ceniza, 30 000 de materia orgánica sólida (compost), además de 13 000 de sustrato orgánico.

Para evitar la presencia de sustancias indeseadas en los alimentos, el mundo asume el crecimiento sostenido de bioproductos que reemplazan el empleo de agroquímicos convencionales, o al menos, los disminuyen sensiblemente, algo que en Ceballos lo consiguen mediante preparados hechos en casa.

Se trata de un fertilizante que contiene humus de lombriz sólido, zeolita, carbonilla y el fertilizante químico en las proporciones que han calculado para garantizar a la planta el ciclo de vida hasta su etapa final. En dependencia de la demanda cambian las proporciones y los ingredientes del componente químico.

Rememora el delegado provincial de la Agricultura que “al principio, decidimos que los productores participaran en la formulación, que estuvieran y la vieran, a partir de ahí eso desencadenó una confianza entre ellos mismos. Hoy la demanda es mayor que la producción”.

La capacidad diaria de producción de la planta se resiente por el momento, a partir de las roturas de equipos que han surgido al calor de las inventivas del colectivo, así, el transportador inicial sufrió las consecuencias de la agresividad del potasio, lo que obligó al cambio de tecnología.

Pero el laboreo del colectivo no se detiene, las pequeñas colinas de ingredientes difieren en altura y color, al final, se entremezclan en el propósito de esta suerte de “limpia peceras” en tierra que termina por regresar las “vitaminas” a los surcos, para multiplicarles las propiedades a un escenario tan precioso como indispensable en pos de conquistar la soberanía alimentaria del país.

(Tomado de Invasor)

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