En febrero de 2021, el diario Granma informaba como propósito del perfeccionamiento que por entonces emprendía el sector del Comercio y la Gastronomía, “tener siempre ‘a la carta’ opciones donde armonicen la calidad de los productos, precios razonables, buen trato y confort”.
Desde entonces, año tras año, Invasor dio cuenta de la lentitud de los avances en Ciego de Ávila, pues la conversión de empresas en unidades empresariales de base (UEB), como estructuras encargadas de nuevas formas de gestión, no ha dado los esperados y necesarios, “productos competitivos, variados y asequibles al bolsillo” de los consumidores.
Este medio de prensa, en marzo del año en curso concluía confirmando la necesidad de “apurar el paso” de un cambio que, por diversas causas, continúa sin satisfacer las expectativas.
A la sombra de los que aportan
Amanece cuando la UEB El Caney, en el corazón del poblado cabecera del municipio de Baraguá, no tiene mucho que ofrecerle. Apenas consigue descifrar lo que dicen las tablillas, de las pocas con algún contenido; una le resulta ilegible, la mayoría da cuenta de productos “importados”: Vino seco, cerveza Hollandia, vino dulce de pasas, jugo “de cajita”, peter de Chocolate. Así que la oferta “endógena” queda reducida al jugo natural de mango y el agua fría, para refrescar el desembolso que exigen los platos principales: picadillo de res, arroz blanco y potaje.
“El deterioro no es solo monetario…, dice Reinold García Atherly, intendente del municipio, y acompaña la aseveración con “anexos” que equivalen a una cadena de realidades que entorpecen cualquier intento de eficiencia económica con repercusión social en Baraguá.
Al extremo sur y este del territorio avileño le nacieron 14 UEB, demasiadas para un municipio que cuenta con seis consejos populares, si se tiene en cuenta que cada una de esas unidades incluye personal que genera gastos insostenibles, a la espera de cuanto puedan recaudar los que elaboran y expenden los alimentos.
La cifra anterior la ofrece Fidel Cruz Pérez, director general del Grupo Empresarial de Comercio Ciego de Ávila (GECCA), para dar paso a una caracterización, mínima, pero que exige cuanto antes un cambio esencial. “Estamos hablando de plantillas con 6 o 7 trabajadores indirectos a la producción, en el caso del personal de oficina, si a eso se le suman serenos y otras estructuras auxiliares, entonces cuando usted viene a ver constituyen más del 50 por ciento de los colectivos”.
De vuelta a los obstáculos que se acumulan y crecen en el último lustro, el intendente recuerda que, a raíz del cambio, todas las pérdidas que acumulaban las nacientes UEB pasaron a la Empresa que las atiende metodológicamente (aunque carece del subdirector Económico), “pero ella no es capaz de generar nada, se ha convertido en una especie de parásito”, paradójicamente, sobrevive de los ingresos de quienes se le subordinan.
La otrora sede de la dirección municipal “era un local grande, pero se deterioró con el paso de un ciclón. Mudaron todo para las cabañas, y ahora estas, ubicadas en un lugar de tanto tránsito como lo es El Centro —ideal para proporcionar recreación y alojamiento—, se han convertido en un espacio mayormente ocupado por oficinas”.
Otros escenarios como La Casona, situada en La Gloriosa, o el Motel Itabo, preferido de muchos en otros momentos, también acusan los efectos del paso del tiempo, más la inestabilidad del personal, y especialmente, de los encargados de encabezar los procesos de dirección en la base, y a escala territorial, en una entidad por la cual han desfilado “como cuatro directores municipales en menos de un año”.
Del plan a las necesidades
Un indicador económico de tanto peso en los municipios del país, la circulación mercantil minorista, funciona como espejo del funcionamiento económico territorial. De acuerdo con precisiones de Yadiel Pérez Téllez, coordinador de programas agroalimentarios del Gobierno provincial, en 2024 Ciego de Ávila incumplió su plan anual, “nos quedamos al 84 por ciento, uno de los más malos del país”.
Sin embargo, el directivo asegura que, “en el peor de los contextos: falta de productos de la canasta básica y de materiales de la construcción, tenemos concebidas otras formas de autogestión para evitar que esa situación se repita”. Revisa las ventas hasta el pasado día 22, antes de precisar que “los mayores incumplimientos recaen en Baraguá y la Empresa Municipal de Comercio de Ciego de Ávila”, aunque los números globales rebasan el plan en un 14 por ciento.
También con datos de por medio, el director general del GECCA ratifica que el plan anual (2426.9 millones de pesos) no constituye una utopía, “si sumamos más de mil pesos en casi cinco meses, no debe haber problema ninguno para cumplir, solo en abril hicimos 245 millones; estamos vendiendo más de 7.1 millones de pesos diarios. Desde enero y hasta marzo siempre hicimos más de 200 millones cuando el plan en enero era solo de 169 millones, igual cifra en febrero, y en marzo, 189, al igual que en abril”.
Aunque la tendencia parece confirmar las expectativas de los directivos, no pasa lo mismo con los consumidores. Porque no es tan obvio ni resulta directamente proporcional en el orden cualitativo que cumplir un plan se traduzca en más satisfacción de las necesidades del pueblo, aunque crezca el número de servicios y se disparen las ventas, no siempre asociadas a precios asequibles, ni a un mayor número de productos.
¿Y entonces?
En varios sentidos el GECCA tensa las cuerdas del control y ayuda a sus dependencias en Baraguá, donde se asegura habrá una inmediata reducción de las UEB, “deben quedar ocho o nueve, incluida la unificación de las cabañas de El Centro, La Casona de La Gloriosa y el Itabo, para dar paso a la UEB Alojamiento, lo cual redundará en menos personal indirecto, mejor servicio, más ingresos”.
Asimilar las mejores experiencias locales, especialmente las atesoradas en la UEB Comercio Pesquería, también parece una brújula de consideración, habida cuenta de que allí recaudan cada mes unos seis millones de pesos, “del 35 al 40 por ciento de todo lo que se hace en el municipio, lo que demuestra que es un problema de actitud, de pensamiento, a la hora de trabajar con calidad y resultados”, considera Cruz Pérez.
Se incluyen en el diapasón, llevar la venta de comida elaborada y raciones hasta las comunidades más apartadas, servicios de gastronomía en las bodegas, venta de productos industriales en los Consejos Populares y un mejor funcionamiento de los centros de elaboración.
Estos últimos tienen el reto en la provincia de obtener producciones cooperadas con actores estatales y no estatales, además de seguir potenciando la contratación con empresas del sistema de la Agricultura, una “mina” escasamente explotada.
Otras proyecciones también coinciden con las previstas para el resto de los municipios y la provincia en general, algunas ciertamente no tan novedosas, pero igualmente necesarias, como la identificación de inventarios ociosos o de lento movimiento, que implican valores hipotecados que pueden activarse mediante ferias de oportunidades y otras acciones.
También, en función de estimular las mejores realizaciones del ramo y la demanda del pueblo, como recientemente informara el coordinador de programas agroalimentarios del Gobierno provincial, “cada mes se efectúan eventos de técnicas comerciales y en el verano las principales empresas expondrán las buenas prácticas en el bulevar de la capital provincial ; además de que se concibe el rescate de Las noches avileñas, fundamentalmente en el mencionado escenario, una vez al mes, a partir del 7 de junio”.
A la espera de que trabajadores y directivos del sector aprieten el paso, el hombre con el que iniciábamos este recuento aguarda por mejores ofertas.
(Tomado de Invasor)