A escasos metros de una central azucarera enfocada en maximizar la producción de azúcar, la Unidad Empresarial de Base (UEB) dedicada a derivados de la caña opera bajo la misma lógica productiva.
Esta coherencia marca al único ingenio activo en la zona y a las instalaciones de una destilería histórica, reconocida por su aporte de alcoholes de alta calidad a la economía nacional.
“Por no disponer inicialmente de la acumulación de miel necesaria, despegamos el 21 de enero: nueve días después de la fecha programada; sin embargo, sobre la base de la productividad y del rendimiento de las mieles, al concluir ese mes ya habíamos recuperado casi dos días, mientras en febrero no solo pusimos fin al atraso, sino que cerramos con unos 3 000 hectolitros por encima del plan previsto hasta ese momento”, explicó a Escambray Humberto Pérez Ramos, director de la UEB.
“A esta altura –añade– la producción de alcohol se comporta a más del 140 por ciento, lo que indica la posibilidad de cumplir lo programado para el año, superior en más de 25 000 hectolitros a lo trazado en 2024”.
La unidad, que produce alcohol fino, rones, aguardiente y otros derivados, opera en tres turnos continuos para optimizar recursos.
Los indicadores reflejan avances: eficiencia en destilación alcanza 98.87% (frente a 95.3% planificado), y en fermentación, 81.65% (superando el 78.5% previsto). Además, se redujo el uso de miel en 27 kg por hectolitro y se ahorró combustible.
Según la fuente, hasta febrero, las ventas superaron el 200% de lo proyectado, con utilidades antes de impuestos al 162%. La disminución en consumo eléctrico generó un ahorro de 1.2 millones de pesos para el país.
No obstante, persiste un desafío: desde hace una década, un turbogenerador inactivo —capaz de aportar beneficios energéticos— sigue sin solución, pese a los reclamos del colectivo.