Como si estuviera en el banquillo de los acusados, el joven bajó la cabeza y explicó las razones de por qué había decidido participar en la marcha del 11 de julio de 2021.
La intriga sobre ser visto y ver a los otros; a amigos del barrio y compañeros de labor en la otra acera, en defensa de la otra causa, le sirvió para la reflexión y el análisis de su conducta.
Pero ahora estaba sentado en un salón de la empresa y frente a él tenía las mismas personas (el sindicato, el secretario general del núcleo del PCC, el de la UJC y el director de la organización); «los factores», como suelen decir; los mismos que un día le abrieron las puertas para que trabajara allí.
—Seguro que me van a botar —pensó— y esperó a que comenzara el análisis.
—¿Por qué decidiste participar en la marcha? Fue la única pregunta del director.
El joven se encogió de hombros, levantó la cabeza y pronunció la frase: «Me equivoqué».
Empresa exitosa de puertas abiertas
Hace poco más de un lustro, la Empresa Provincial de Abastecimiento y Servicio a la Educación (EPASE) era un desastre, en el sentido más exacto de la palabra: robos, pérdida millonarias, salario medio de 287 pesos, contratos incumplidos, irrespeto por los clientes y un catauro lleno de inconformidades por parte de los trabajadores.
Tal vez si hubiera llegado un licenciado en periodismo, en derecho, en filosofía y letras o en cualquier otra rama, como sucede una y otra vez en las entidades, la EPASE no se hubiera convertido en empresa de éxito y de puertas abiertas, aunque hoy allí las plazas vacantes están más difíciles que la carne del mamífero nacional, por ser una de las entidades más eficiente de la provincia y a la que el re¿ordenamiento? No le hizo daño.
La receta la tiene Osmany Costa Reyes, un Licenciado en Matemáticas, Máster en Ciencias de la Educación —y yo le agregaría un «doctorado en Organización y Negocios»—. Junto a su equipo de arriesgados especialistas salieron a sobrevivir cuando la Tarea Ordenamiento «desordenó» a no pocas organizaciones en la provincia y el país.
«A nosotros nos obligó a diversificar el objeto social y abrirnos a los nuevos actores económicos; buscar suministros en las Mipyme, los proyectos de desarrollo local, los Trabajadores por Cuenta Propia. Hay que desterrar el miedo a comerciar con los nuevos actores. Si lo haces desde la honestidad no hay problemas. Tenemos relaciones contractuales con 86 formas de gestión no estatal y eso nos ayuda porque el Estado no nos suministra todo lo que necesitamos.
«No hace mucho fuimos objetos de una auditoría y, como era de esperar, nos revisaron los 86 contratos. Libramos con una calificación de satisfactorio.
«Comenzamos a aplicar el Decreto 53 para implantar los sistemas de pago y tuvimos que generar más ventas. Somos una empresa que tiene como principal objeto social las obras de educación, pero este año, por ejemplo, el sector nos garantiza solo el 47 % del plan; el otro 53 tengo que rapiñarlo en otros lados: un poco por aquí, otro por allá».
Despliega estrategias por cuanto flanco productivo aparezca, siempre que lo que se propongan sea cumplible. El grueso del encargo de la EPASE puede estar en cualquier lado: en la construcción, en el hospital provincial Doctor Antonio Luaces Iraola, en las calles y fachadas de la ciudad o la reparación de escuelas, no importa que estén en comunidades alejadas como Liborio, Vicente, Loma de la Carolina o la José Antonio Echeverría, más conocida como El Teresiano.
Solo en la José Antonio Echeverría, en el centro de Ciego de Ávila, tienen asegurado más de cinco millones de pesos, cifra que posibilitó cumplir el compromiso para el Primero de Mayo, que era de 50 millones, de los 140 que se proponen para el año.
Además de lo realizado hasta ahora, en ello tienen gran protagonismo, el anfiteatro y otras labores en la Plaza Máximo Gómez Báez, el Centro de Atención y Clasificación de Ambulantes, la empresa Provincial de Comercio, la de Conservas y la Casa de la Prensa.
No sé si por dicha, por haché o por la fama de cumplidora que ha adquirido, pero lo cierto es que los tentáculos llegaron, hace poco, al yacimiento de oro El Pilar, cercano al poblado de Gaspar, donde labora una cuadrilla de sus hombres. Con el dinero generado allí compraron rodillos escaleras, taladros eléctricos, herramientas para mecánica y otros medios.
«Incluso, tenemos un contrato de almacenaje firmado con ellos, ¡por 10 años!, revela Osmany con una sonrisa, como si hubiera tocado la lámpara de Aladino.
«Allí realizamos varios trabajos y quieren que le hagamos otros, pero no podemos acometerlos y dentro de la filosofía nuestra está el no incumplir la palabra empeñada», se limita a decir el Joven Michel Pérez de la Cruz, director de construcción.
Las aguas turbulentas del principio, la del ordenamiento que agarró «por sorpresa» a encumbradas empresas como La Cuba, la Agroindustrial Ceballos y a más de 20 entidades de la provincia que hoy pierden más de 300 millones de pesos, no pudieron hacer naufragar a la EPASE.
Cada año tienen más utilidades que el anterior. Este 2023 piensan sobrepasar los 6 millones de pesos en utilidades, con un salario promedio de 9 756 pesos, con una productividad de 64 396 pesos por trabajador. Si suman las utilidades más el salario, los vinculados directamente a la producción llegaron a recibir ¡26 000 pesos!
En el último lustro suman más de 300 las obras terminadas. La reparación capital de la secundaria básica urbana José Martí, en la cabecera provincial, o el seminternado Paquito González, de la ciudad de Morón; la reparación de las escuelas en el consejo popular costero de Punta Alegre, tras el paso del huracán Irma y muchas otras.
El colectivo, formado por 127 trabajadores, de ellos 60 jóvenes menores de 35 años, pone a su entidad por delante de problemas familiares o eventos climatológicos con el propósito de echar a andar «la maquinaria», de extender el trabajo hacia todo el territorio y gestionar acciones un tanto alejadas del objeto social para ganar en recursos y desahogar la economía doméstica.
Historias para crecer
El esfuerzo y espíritu de colectividad se respira hondo y el lenguaje de amor se escucha en cualquier pasillo o área de la EPASE, entre las empresas más exitosa de la provincia. Y como el presente se escribe sobre historias pasadas y el futuro sobre las actuales, optaron porno cerrar las puertas y las abrieron a todo el mundo.
«Comenzamos a formar la empresa, asevera Osmany, con trabajadores de la denominada Tarea Confianza, reclusos en libertad condicional y sancionados bajo la supervisión del Juez de Ejecución. De esos, hoy seis ganaron el derecho a ser militantes del partido o la juventud y otros son jefes de brigada con excelentes resultados».
En medio de la vorágine del trabajo, existen quienes se han marchado de la entidad por problemas personales o a buscar mejoría. Con el paso del tiempo han regresado y tienen las puertas abiertas. «El que bien se va, bien regresa si lo desea», es la máxima de Osmany.
Por la manera de hacer, la empresa está muy vinculada al barrio y mantiene la atención a la Circunscripción Ocho del Consejo Popular Pedro Martínez Brito, de la ciudad de Ciego de Ávila, además de realizar otros trabajos en 11 comunidades de la provincia en bien de la transformación del barrio.
Una vez al mes hacen trabajo socialmente útil en las comunidades, no cobran la mano de obra y premisa fundamental es reparar la escuela, el Consultorio del Médico de la Familia, eliminar algún piso de tierra y poner de alta el terreno de béisbol, donde al final juegan softbol con integrantes de la comunidad.
Entre las historias que merecen ser contadas está la de Deyli Barceló, quien trabajaba dentro del hospital cuando la Covid. Enfermó y perdió las dos piernas. «Hace poco nos llamó para que lo lleváramos al desfile por el Primero de Mayo. Y lo llevaremos. Además, estamos pensando en buscarle algún oficio dentro de la empresa, porque no le viramos la espalda. Ese fue un hombre que trabajó en nuestra empresa y sentimos el deber de ayudarlo», expone Osmany.
O la de Yorkis Aldazábal Isaac, quien cumplió seis meses de prisión por vender papa en la provincia de Sancti Spíritus y, extinguida la sanción y enmendado el error, la EPASE le abrió las puertas y hoy es jefe de brigada.
O la de Erenia Frómeta Domínguez, quien lleva 27 años en la empresa, que, a la vez, es su hogar y «mi todo. Aquí me jubilaré, porque aquí conocí el amor por el trabajo».
O la de Yordano y Roelsys, dos guapos del barrio La Piñera, jefe de brigadas y leones en el trabajo.
O la del propio joven que se encogió de hombros, levantó la cabeza y pronunció la frase: «Me equivoqué». De haberle cerrado las puertas y negarle la posibilidad de trabajar, hoy no fuera jefe de brigada y uno de los 10 trabajadores más destacados, porque en la EPASE trituran las adversidades, pero no hacen polvo el árbol caído.