Impagos que cortaron la leche

Una deuda que superó los 150 millones de pesos acopió la Empresa de Productos Lácteos Río Zaza con los produc­tores de leche en la provincia du­rante el último trimestre del 2024. Esta millonaria cadena de im­pagos empresariales se unió a la improductividad y la descapitali­zación de la entidad, lo cual gene­ró un efecto dominó que “cortó” la leche. La última ficha cayó en el vaso, muchas veces vacío, de un segmento poblacional que recibe por la cuota el preciado alimento.

Son numerosos los eslabones desde deudas de empresas estata­les con la entidad hasta retrasos de esta industria en el pago a los productores; débitos de estos últi­mos con la entrega de la leche con­venida y contratada; y de todos, con la distribución de un producto destinado a niños entre seis meses y siete años de edad, embarazadas y personas con dietas médicas.

Acopiar deudas

Desde el banquillo de los acu­sados, Alberto Cañizares Ro­dríguez, director de Río Zaza, examina el caso. Tras varias con­troversias con aparatos econó­micos deudores recuperaron al­gunas cuentas por cobrar: “Con ese monto pagamos octubre y noviembre. También en enero del 2025, tras acceder a un préstamo bancario pactado en mil 200 mi­llones de pesos, suma con capaci­dad de solventar cuatro meses”.

Hasta el punto final de estas líneas se debía diciembre, “por­que por política del Banco, el cré­dito otorgado para un calendario no puede sufragar pagos del año anterior”, refirió el entrevistado. “El Grupo Empresarial de Co­mercio Sancti Spíritus, el com­plejo Lácteo de La Habana y su homólogo de Artemisa, todavía nos deben alrededor de 200 millo­nes de pesos”.

La industria atraviesa una si­tuación financiera adversa, acre­centada por el incumplimiento del acopio, los subsidios de la canasta familiar normada y el impacto de los apagones, letal para la calidad de un producto de fácil descompo­sición sin refrigeración.

Al cierre del 2024 la entidad espirituana acopió 27 millones de litros. Siete millones se paga­ron como sobrecumplimiento. Con esa cuantía debieron elaborarse derivados con capacidad de sus­tentar las finanzas de la empresa. En cambio, fue a suplir el encargo estatal. Una ecuación matemática que da pérdidas siempre. “Subsi­dian la leche hasta 39 pesos y po­nerla en las bodegas tiene un cos­to de 45 pesos. Cuando mandamos allí la acopiada por encima de lo previsto, que remuneramos a 70 pesos, perdemos más de 30 pesos”, explicó Cañizares Rodríguez.

“Dicen que no hay leche por­que no pagamos, pero hasta sep­tiembre lo hicimos mes a mes y nos dejaron de entregar 10 millo­nes de litros contratados”, acotó el directivo.

Se trancó el dominó

La provincia está entre las tres mayores productoras de leche (además de Villa Clara y Cama­güey) y es la que más acopia en estos primeros meses, según Dei­vy Alfredo Casanova Pérez, jefe del Departamento de Ganadería en la Delegación Provincial de la Agricultura. No obstante, “fueron notables los efectos del atraso en el pago. Más cuando el 87% de la producción ganadera en el terri­torio recae en el sector privado”, apuntó.

“En el anterior calendario solo se llegó al 88% del plan. A fina­les de año se acumularon los ma­les. El impago de Río Zaza llegó en la etapa de más baja producción de leche. Apretó la sequía. Faltó alimento. Prevalecen con las difi­cultades la bancarización porque a quienes les cae el dinero en la cuenta, luego se les complica para extraer el efectivo”, añadió.

Por su parte, Luis Caraballé Fernández, presidente de la coo­perativa de créditos y servicios (CCS) Ñico López, ubicada en la comunidad La Luz, en el munici­pio de Yaguajay, consideró: “En mi cooperativa se paga el 50% en tarjeta y otro tanto en efectivo. La caja más cercana está a unos 30 kilómetros. Los campesinos son personas mayores que no pueden dejar su finca y hacer la cola del Banco para cobrar 500 pesos. Al­gunos no tienen teléfono, estamos en una zona de silencio y tenemos que pagar todo en efectivo.

“Es un secreto a voces que esa realidad ha menguado el ánimo en potreros y vaquerías, en cambio es­timula el desvío del demandado ali­mento a otros destinos”, aseveró.

“La imposibilidad de cobrar todos los meses en tiempo obligó a varios campesinos a hacer un quesito o a vender litros de leche”, relató Modesto Ibarra Socarrás, quien conduce las riendas de la CCS Primero de Enero, enclava­da en el consejo Popular Tunas de Zaza, la zona más al sur del muni­cipio cabecera.

Papel regulador de la cooperativa

“Aunque la cooperativa cumple sus planes a lo interno, algunos productores incumplen. Se han vi­sitado y encontramos situaciones reales como que se les quemaron los potreros por la gran sequía, o han sido víctimas del hurto y sa­crificio del ganado y han perdi­do los caballos para acarrear la leche. Hemos llegado a una casa en la que me han dicho: ‘Estoy sa­cando ocho litros de leche, no he podido cobrar febrero, me deben el de diciembre… ¿con qué les doy comida a los muchachos?’”, se pre­guntó el entrevistado.

“La cooperativa debe desem­peñar el rol de reguladora entre la comercialización y el produc­tor. La organización con mejores resultados económicos puede con sus fondos llegarle al campesino aunque con ella quede un impa­go. Así no se refleja la deuda en la producción”, reflexionó Ernes­to Cordoví, presidente de la CCS José Regino Sosa, enclavada en el perímetro urbano de la ciudad del Yayabo.

“A partir de la autogestión con el Banco asumimos el pago de la le­che de octubre y noviembre —unos 450 mil pesos— con la cuenta de la cooperativa. Se quedó debiendo diciembre porque este sistema no permite acumular más de dos me­ses. Ese actuar evitó afectaciones mayores. Es una realidad que si el productor no cobra está obligado a recurrir a otros métodos de comercialización”.

En un territorio que decide la producción de leche en el país, la conformidad no puede ganar te­rreno, porque un gran potencial de ese renglón se escurre, a la vis­ta de todos, ante la competencia desleal del mercado informal con precios que duplican la tarifa ofi­cial.

“Nadie duda de la dignidad del sector cooperativo y campe­sino. Son muchos los que persis­ten en honrar planes, incluso en sobrepasarlos”, reconoció Eidy Díaz, presidenta de la Asociación Nacional de Agricultores Peque­ños (ANAP) en Sancti Spíritus, durante la sesión plenaria de la Asamblea Provincial 13 Congreso de esa organización.

Aunque los impagos han echa­do raíces en el sector agropecua­rio, nada justifica que tomen di­mensiones que tranquen el dominó para quienes producen. Estos, que reciben tan poco o casi nada, merecen como mínimo el pago a tiempo. Cumplir propósitos, más que un asunto de conciencia cam­pesina, debe estar afincado en un incentivo monetario equivalente a la vida misma.

(Tomado de Trabajadores)

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