¿Hay manera de recuperar la producción porcina? (I)

Lejos están aquellos días en que la libra de carne de cerdo podía adquirirse a un precio que llegó hasta 16 pesos, como resultado de una estrategia que descansaba en una fortaleza, en la cual el Estado se ocupaba de la genética y abundante pienso. Con ella, los productores individuales se encargaban de cebar los cerdos, mediante convenios que beneficiaban a todas las partes.

Entonces, el país creció —de manera sostenida—, en la producción, tanto que en 2018 alcanzó un récord productivo de unas 200 000 toneladas, con lo que se favorecía a la población, al consumo social, al turismo y a los centros de elaboración, entre otros; además de evitar las costosas importaciones.

Sin embargo, en los últimos años, la producción porcina en Cuba se ha deteriorado sensiblemente. La dependencia de la importación de materias primas, como maíz y soya, ha sido un obstáculo insalvable en el contexto actual, lo que ha incidido en la disminución de la masa porcina hasta niveles críticos.

Baste decir que el pasado año solo se produjo poco más de 9 000 toneladas de carne de cerdo, una cifra insignificante y muy alejada de la demanda y de las necesidades reales del país, que ha incidido en el elevado precio de ese producto, que en algunos lugares sobrepasa los mil pesos por libra.

Ante el dilema

Especialistas y productores coinciden en que sin pienso es imposible reanimar esa producción.

Entonces, ¿qué hacer? Está claro que se necesitan alternativas, que han de pasar por hallar una fórmula autóctona que permita desarrollar una base alimenticia capaz de reducir la dependencia de la importación; aun cuando se busquen variantes para obtener financiamiento, con el objetivo de elaborar piensos o adquirirlos en el exterior.

Santiago Cuellar Magdaleno, uno de los porcicultores cubanos más respetados y reconocidos en el tema, asegura que, aunque la tarea de reanimar la producción porcina resulta difícil y compleja, es posible si se combinan todos los actores que tienen que ver con ese propósito.

Él tiene ideas interesantes nacidas de su propia experiencia, que incluye el inmenso aval que significa haber sido pionero del sistema de cría al destete, que revolucionó los conceptos de la ceba de cerdos en Cuba, y que tuvo como polígono de prueba a Placetas, municipio que llegó a entregar 7 000 toneladas de carne de cerdo en un año, cifra superior a la que prodigaban cinco provincias.

“Hay quien dice que para resucitar la porcicultura y salir del bache en que estamos lo que hay que hacer es sembrar mucha yuca y boniato; sin embargo, aunque eso ayuda, no creo que sea la solución. En la alimentación del cerdo, del 70% al 80% debe ser de comida de calidad, a base de cereales, proteínas y aminoácidos. El resto sí puede ser aportada por esas viandas y otros alimentos que le dan energía al animal”, explica Cuellar.

El porcicultor precisa que para ello deben multiplicarse algunas variedades creadas por el Inivit, destinadas a ese fin, como la yuca Inivit y la 93-4, y no tomar producciones de esos cultivos, que son empleados en la alimentación humana.

Menciona también otra estrategia que involucra a la ciencia, la del retrocruce genético para crecer en cerdos de capa oscura. Son menos productivos, pero más resistentes; admiten una alimentación adaptada a bajos insumos y a comidas diversas, como subproductos de las cosechas y palmiche. Es una iniciativa que aportaría menos carne, pero que es viable para las condiciones de una economía familiar.

Sobre el tema, Orelvis Peñate, placeteño experto en la producción porcina, dice que, con viandas y palmiche se pueden criar dos o tres cerdos en su casa, proceso que puede durar un año o más, pero no una cría intensiva como se hacía antes, cuando existían los convenios porcinos.

Habla también de la falta de brazos para laborar en el campo en la actualidad, que ha incrementado el valor de la fuerza de trabajo, lo cual se une al incremento de los robos en los sembrados, situaciones nada motivadoras para que las personas se dediquen a la cría de cerdos.

Peñate propone la idea de potenciar negociaciones con inversionistas extranjeros, a fin de lograr el financiamiento para adquirir materias primas destinadas a la elaboración de piensos balanceados, medicamentos, insumos y paquetes tecnológicos encaminados a producciones agrícolas, además de tecnologías que tributen a las minindustrias y a las fábricas de pienso.

Otro reto es rehabilitar la genética que tuvo el país, gracias a la visión de Fidel, para adquirir variedades de cerdos productivos y resistentes a las enfermedades, además de la creación de varios centros genéticos a lo largo y ancho del país, señala Orelvis.

“Hoy se ha perdido parte de la genética que teníamos, y sin puercas madres de calidad no hay producción porcina posible”, reconoce, y afirma que hay que buscar alternativas para lograr tener de nuevo aquellos animales de las razas Duroc, Landrace y otras con las que llegamos a contar en Cuba, tanto para los centros genéticos como para los comerciales.

Enfatizó en que los centrales azucareros podrían aportar miel proteica para la producción porcina. Este es un producto que ya demostró sus bondades en la cría y ceba de cerdos. “Lo que más energía bruta por hectárea aporta es la caña, superior incluso al maíz, que solo da dos o tres toneladas”, señala el porcicultor.

En sus reflexiones, Orelvis Peñate no olvida el rol que debe desempeñar la recuperación de las muchas instalaciones que teníamos a lo largo y ancho de la nación dedicadas a este fin, además del extensionismo que permitía involucrar a cuantos organismos, instituciones y actores económicos podían contribuir al programa porcino, promoviendo la colaboración y el intercambio de conocimientos y experiencias.

Habla de la necesidad de impulsar la ciencia y la innovación, para seguir buscando soluciones a los problemas, mediante la investigación científica y la aplicación de tecnologías innovadoras, como se ha venido haciendo en Placetas, donde existe una Sociedad Mercantil especializada en este ramo, la cual muestra un camino para recuperar la cría y ceba de cerdos.

¿Cómo logra esa entidad hacer sostenible el ciclo productivo en las condiciones actuales? ¿Cómo se reaprovisiona para honrar, incluso, la participación internacional que ha logrado? ¿Llega esa carne al consumo de la población? ¿Qué hacen ellos que otros allí, en Placetas, con alta tradición en la cría de cerdos, pueden hacer también?

Al cómo hacer de un colectivo de alta experticia, que ha demostrado las posibilidades de recuperar y extender una producción casi extinguida, nos acercaremos en la próxima entrega.

(Tomado de Granma)

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