El central Melanio Hernández, en la provincia de Sancti Spíritus, mantiene su plan de producción de azúcar al 83%, con aproximadamente 3 000 toneladas (t) pendientes de fabricar, según reportes oficiales citados por Escambray.
Este avance ha sido posible gracias a una estrategia basada en tres pilares: la compensación en el arribo de caña desde diferentes zonas, la estabilidad operativa durante la molienda y la reducción de tiempos muertos en el proceso industrial.
A pesar de las adversidades que enfrenta la economía cubana —incluyendo limitaciones de recursos y una frágil infraestructura—, el ingenio espirituano ha logrado sostener su ritmo productivo con jornadas que, en momentos clave, alcanzaron las 200 toneladas diarias.
Inicialmente, se proyectaba cumplir la meta de 19 000 t pactadas para mediados de abril; no obstante, imprevistos como cortes en el Sistema Eléctrico Nacional en marzo, incendios en áreas cañeras de Ciego de Ávila y una avería en uno de los molinos del propio central obligaron a extender el cronograma.
“Estamos sorteando todas las dificultades —desde la falta de lubricantes hasta el ‘cansancio’ de la maquinaria—. La materia prima está, incluso, para aportar un nivel superior a lo comprometido, pero hasta que no se produzca el último grano, la tensión continúa”, explicó Antonio Viamonte, director general de la Empresa Agroindustrial Azucarera Melanio Hernández, con sede en Tuinucú, municipio de Taguasco.
Viamonte destacó la coordinación entre las zonas cañeras de Jatibonico, el sur de Sancti Spíritus y el central Heriberto Duquesne, en Villa Clara, como factor clave para compensar los retrasos en el suministro.
Hasta marzo, el estimado de caña procesada superó el 104%, mientras que el rendimiento industrial se ubicó por encima de lo planificado. “Hemos molido el 80.9% de la gramínea prevista y ya fabricamos alrededor de 16 000 t”, detalló.
El transporte ferroviario ha sido vital: más del 50% de la caña llega mediante carros jaula, un sistema que ha optimizado la logística pese a las carencias de neumáticos, componentes hidráulicos y combustible.
Aunque la producción actual iguala la cantidad de azúcar obtenida en la zafra anterior —pero en dos meses menos—, persisten desafíos técnicos. Entre ellos, la baja robustez de las cañas, que impacta en la calidad del guarapo, y un rendimiento industrial del 85%, por debajo del 90% histórico del central.
Pese a esto, Viamonte resaltó avances: la estabilidad en las horas de molienda, el sobrecumplimiento en la generación de energía —con aspiraciones de alcanzar 4 000 megawatts— y la calidad del azúcar producido.
“No es la campaña más eficiente, pero hay un comportamiento favorable. La zafra se hace hora a hora”, advirtió, subrayando que el objetivo final sigue vigente.