Regador diferente

Si se toma nota de todas las evidencias, a este guajiro que ahora tengo delante bien que podría otorgársele el título de Científico; así, con letra inicial mayúscula, porque se estaría hablando de un investigador sin formación académica, forjado “a pulso”, pero tan capaz como el mejor instruido, a la hora en que tanta falta hace que florezca la campiña.

Quien tributa un respeto sin talanqueras a los que dominan los secretos de la ciencia y la técnica, porque “pa eso estudiaron”, tiene a bien apropiarse creadoramente de los saberes, y regarlos a pulmón lleno por cada fragmento de El Renacer, la finca que desde hace unos 11 años sabe de sus desvelos allá, guardarraya adentro, en las afueras de Violeta, “como quien va por carretera pa’l municipio de Bolivia”.

La certeza de que hablaba con un sabio del campo, la confirmé casi al instante, cuando Ismael Castro Rodríguez, director de Desarrollo Territorial del municipio de Primero de Enero, terminó por situarlo en el altar que merece: “Esto es lo que tenemos que lograr con todos los campesinos, aquí es donde se gana la pelea”.

Me cuenta que con él pretenden desarrollar una jornada para aumentar las producciones. “Ya quisiera que usted viera los videos que él tiene de cuando llueve, se le llena eso ahí que es una maravilla, y con esa agua él trabaja, y mire la salud que tiene esa yuca…”.

Conferencia a cielo abierto

De envases diversos y el llenado correspondiente, puede disertar Disney Colina Rivero, el regador de saberes que Invasor presenta en estas líneas. Sobre el terreno, corta los tubos; a continuación, fabrica las canoas con esas láminas metálicas; luego recoge lixiviado, como se denomina el líquido que se produce tras la descomposición de los desechos orgánicos, apoyado por el proceso digestivo de la Lombriz Roja de California. “Aquí tengo 200 litros, mira cómo tengo todas esas vasijas llenas, pero debo ir buscando embalaje, pues no tengo para tanto”.

Ahora los envases no le alcanzan; proyecta acumular mayores volúmenes de agua lluvia y biopreparados. Foto: Invasor.

En dos tanques alimenta otro biopreparado, mediante desechos de cultivos y estiércol, a más de lactosa y glucosa, “porque hay que crear bacterias y hongos para que eso se haga”. Y otro más, “a base de mango fermentado, buscando potasio; entonces aquí tengo los microorganismos eficientes para robustecer el sistema radicular de las plantas, basta con un litro por mochila”.

Allá, en el tanque azul, “está la madre para hacer los microorganismos eficientes líquidos, porque eso lleva hojarasca de monte, afrecho, paja de arroz…”.

En una exposición tan prolongada como sabia, refiere que en exteriores consigue el humus de lombriz líquido, y que las cenizas de lejía potásica resultan muy buenas en calcio, como fungicida y plaguicida.

Asimismo, que tiene en cuenta lo que le aportan los microorganismos de montaña: “Hago una biomasa en el suelo, que es lo que hay que enriquecer en micro y mesoelementos. Lo importante es que todo sea natural. Aquellos tanques ya están montados, tengo la cabilla, conseguí el cemento, porque debo sellarles las cabezas. Allí van a caber 12 000 litros de agua de lluvia”.

Unos cuatro meses atrás, Disney emprendió acciones de cuyos resultados aún se sorprende. “Primero tuve un plátano que lo fumigué todas las semanas con agua de lluvia, y entonces el éxito vino en ese invento. Voy a Sanidad Vegetal de la provincia, y la compañera que trabaja en Suelos me pregunta qué le tiro al plátano, y yo le digo esto de síntesis química, pero también, semanalmente, un tiro de agua foliar, y me enseñó en la computadora todos los microelementos…”.

Y ahí empecé a empaparme yo en el mundo de la agroecología, “que es noble, económica y propicia buenos rendimientos. Estoy enamorado de eso y voy a seguir”.

Pretensiones

En primer plano, rodeado de cachivaches, cual inventor incansable. Foto: Invasor.

Disney conversa, y parecen asentir las abejas del entorno, la cartacuba que se escurre, los zunzunes y pájaros carpinteros. Solo cuando es necesario, él contrata a unos pocos brazos que refuerzan las tareas que urgen. En una caballería da cabida a siembras de plátano macho, otra se encuentra en preparación, experimenta con plantaciones de yuca, pero confiesa que la niña de sus ojos es el área de frutales, en el que instaló un sistema de riego bajo tierra.

Sueña sin dejar de trabajar bien duro y casi todos los días del año. Pretende que El Renacer sea una finca de nuevo tipo.

“No quiero saber de un abono de síntesis química, porque no “merita” la pena desembolsar dinero en eso. Luego del plátano, probé las prácticas agroecológicas en el tomate, los resultados fueron excelentes.

“Me han asesorado un poco en la Empresa Cítricos Ceballos, que tienen experiencia, son personas muy cultas, tengo mucho que agradecerles a ellos. Y, bueno, con el frijol no me puedo quejar, rendimientos de una y media tonelada por hectárea cuando hace unos meses en el municipio se promediaba media tonelada…

“¿Tú sabes qué es lo que te hace crecer ante un problema? Querer guapear y ser emprendedor, tienes que vivir con una filosofía: mientras más mala tú ves que está la cosa, créete que está buena, porque si tú eres del bando de los que está poniendo peros, no, tú no vas a llegar a ningún lado”.

No solo es de los que se apasiona con los efectos “mágicos” del riego con agua de lluvia. Más que un socio de la Cooperativa de Crédito y Servicios Alberto Mas, aunque no lo sepa del todo, Disney Colina Rivero es un regador natural, de saberes y resultados. ¿Y quién lo sigue?

(Tomado de Invasor)

Comparte este artículo

Cuadrando la caja

Economía y poder popular en Cuba

Nuestro lugar en el mundo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *