Validan en Ciego de Ávila tecnología para producir aceite a partir del girasol

Centros científicos de Ciego de Ávila desarrollan tecnologías innovadoras para potenciar el cultivo de girasol, un recurso estratégico destinado a la producción de aceite para el consumo humano y para el alimento animal.

Especialistas del Centro de Ingeniería Ambiental y Biodiversidad (CIBA) y del Centro de Bioplantas trabajan en la optimización de biofertilizantes que incrementen los rendimientos agrícolas y reduzcan la dependencia de insumos importados.

Javier González García, subdirector de Investigaciones Científicas del Ciba y líder del proyecto, explicó a la Agencia Cubana de Noticias que la investigación se centra en microorganismos autóctonos benéficos (MAB) aislados de ecosistemas locales.

Estos biofertilizantes, dijo, se aplican combinados con humus de lombriz y estiércol bovino, buscando maximizar la producción de semillas para aceite comestible y aprovechar los residuos de la torta de girasol en alimentación animal.

“También determinan el uso de MAB combinados con humus de lombriz y estiércol bovino, en el afán de aumentar cantidades de semillas para producir aceite destinado a la alimentación humana y emplear la torta de la planta en la dieta de animales, prácticas que pudieran derivar en un servicio científico-técnico”, detalló.

La tecnología se valida en más de 30 hectáreas de fincas demostrativas en empresas estatales y unidades productivas como La María, Rincón Los Hondones y la Finca de Autoabastecimiento del Partido.

El proyecto planea expandirse a 138 hectáreas tras el interés de nuevas entidades, coincidiendo con el programa provincial de siembra de 650 hectáreas de oleaginosas (girasol y ajonjolí) para el 26 de Julio, de las cuales ya se han cultivado 380 hectáreas.

La metodología incluye dos enfoques: producción de plántulas mediante reproducción en tubetes y siembra directa, ambos con aplicaciones personalizadas de biofertilizantes.

Mediante herramientas tecnológicas, los investigadores monitorean sistemáticamente el desarrollo de variedades bajo diferentes tratamientos. Resultados preliminares ya reportan incrementos en los rendimientos de semillas, aceite y torta, mejorando la rentabilidad económica de las entidades participantes.

Más allá de los beneficios productivos, González García destacó impactos sociales y ambientales: “Con el fomento de estos cultivos también se han generado nuevas fuentes de empleo para mujeres y jóvenes, vinculados a actividades de siembra, tratamiento a las plantaciones, cosecha y procesamiento del girasol”.

La iniciativa se alinea con la Ley de Soberanía Alimentaria al sustituir agroquímicos costosos y contaminantes –cuyos precios internacionales oscilan entre $800 y $1 200 por tonelada– por alternativas biológicas que mejoran la salud del suelo.

Los MAB (bacterias, levaduras, hongos y actinomicetos nativos) actúan como promotores naturales del crecimiento vegetal, aumentando la germinación y el vigor de las plantas.

Su implementación responde a prioridades nacionales de diversificación agrícola y prácticas agroecológicas, ofreciendo un modelo escalable para otras regiones de Cuba en un contexto de restricciones económicas globales.

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