Sancti Spíritus está frente a la zafra que ha podido hacer; poco importa ahora si la planificación inicial programó el aprovechamiento de la capacidad de molida al 70 por ciento y la concreción del plan de azúcar para marzo. El balance de recursos nunca respaldó esa contienda prevista en el papel y hoy el tiempo perdido de la cosecha es inferior a la pasada campaña.
A fin de cuentas, en las condiciones actuales, la operación ni siquiera se puede medir por las poco más de 19 000 toneladas de crudo inscriptas en la partida económica nacional, porque, aún pequeña, la zafra en la provincia es una pelea de minuto a minuto, de empujones a pura voluntad, de sostener, por increíble que parezca, esa arraigada virtud espirituana de cortar la caña disponible en el territorio y todos los plantones que les asignen en las provincias vecinas.
Basta pararse frente al tablero operacional de la contienda para mirar el trabajo de esos colectivos que desde la cosecha, la transportación, la industria y el mando hacen de la zafra su mundo diario. Con recursos que cuentan más en listados de faltantes que en inventarios reales, echan a andar combinadas, tractores, camiones, locomotoras, carros jaulas y centros de limpieza; también arrancan y paran todos los días un central que pasó la prueba de vencer el periodo de reparaciones más corto que se recuerde en Tuinucú y encarrilan la operación fabril con una eficiencia favorable.
A las puertas de mayo, cuando el calendario rebasa los 110 días de contienda y el azúcar para llegar al plan supera las 2 000 toneladas, la contienda en Sancti Spíritus no suelta la tensión, de manera que para asestar el golpe final solo tiene un camino: aprovechar el tiempo y moler lo más alto posible.
Lo sabe Antonio Viamontes Perdomo, director general de la Empresa Agroindustrial Azucarera Melanio Hernández, porque no se trata de ver el plan de azúcar cerca del 90 por ciento, sino que el pedazo que falta obligará a seguir sorteando obstáculos y carencias de recursos, hasta imponerse al desgaste de una maquinaria que se mueve casi por la magia de los operarios.
Tal vez lo más positivo de la contienda, a esta altura del calendario, sea el comportamiento del estimado cañero, el enemigo más temido históricamente por los azucareros. Lograr un rendimiento industrial por encima de lo planificado ha permitido emplear menos materia prima para fabricar azúcar. “La caña está, incluso para aportar un nivel superior a lo comprometido, pero hasta que no se produzca el último grano la tensión continúa”, aseguró Viamontes Perdomo.
Más allá de la corta producción actual —proporcional a la disponibilidad de caña— y en medio de la coyuntura económica nacional, la zafra espirituana distingue entre los pocos centrales activos en el país por algunos medidores de eficiencia como el rendimiento industrial, la fabricación de azúcar más adelantada de acuerdo con el plan, el significativo autoabastecimiento energético y la entrega de corriente al Sistema Electroenergético Nacional.
La zafra sigue siendo el mismo rompecabezas de siempre, aunque el plan de azúcar sea de mangas cortas comparado con los volúmenes de otras décadas. Por eso Viamontes Perdomo pondera la armonía de la operación agroindustrial, vista desde la compensación de la cosecha en los tres frentes principales de corte: Jatibonico y parte de Ciego de Ávila, sur de Sancti Spíritus y las áreas vinculadas desde el central Heriberto Duquesne, en Villa Clara. Tan positivo comportamiento está expresado en la corrida más regular de los cinco trenes de caña diarios, en que se muelen más horas todos los días y se ha aprovechado mejor la capacidad del central, subrayó.
Aunque no parece el rasgo ideal para establecer comparaciones, valga apuntar que el central Melanio Hernández —único activo en Sancti Spíritus— ya fabricó, con casi dos meses de antelación, la misma cantidad de azúcar de la anterior campaña. También resulta llamativo el buen comportamiento económico de la Empresa, esquema donde no solo cuenta el azúcar —renglón balanceado nacionalmente y cubre solo dos libras por consumidor en la distribución normada—; inciden sobremanera la entrega hasta la fecha de más de 3 700 megawatts y también el sobrecumplimiento de la producción de alcohol por la destilería aledaña.
Sin ser la zafra más eficiente de los últimos años, el comportamiento integral es favorable y se obtienen producciones con calidad, al decir de Viamontes Perdomo. A partir de que las horas que el central muele lo hace con estabilidad, se vislumbra la posibilidad de cumplir el plan de azúcar, subrayó.
(Tomado de Escambray)