Los hombres que le inyectan confianza a la industria del azúcar

En el corazón de la Empresa Agroindustrial Melanio Hernández, el taller de maquinado es más que un espacio de trabajo; es el epicentro de una batalla silenciosa donde la inventiva y la tenacidad se forjan a diario.

Cuando su director, Antonio Viamonte Perdomo, un azucarero con vasta experiencia, afirma que la zafra sería imposible sin los hombres de este taller, su declaración trasciende la cortesía para convertirse en una descripción precisa de la realidad.

Este es el lugar donde la laboriosidad, la inteligencia, el sentido de pertenencia y la persistencia se fusionan en un colectivo integrado por obreros, técnicos y especialistas.

Para ellos, no existen fronteras cuando de hallar soluciones a los problemas de cualquier área de la industria se trata, argumentó Viamonte Perdomo en declaraciones a la Agencia Cubana de Noticias.

La afirmación del director encuentra eco inmediato en el sonido constante de las máquinas. José Antonio Arcia, soldador y anirista destacado, lo ratificó desde su puesto de trabajo, explicando que en el taller el descanso es un concepto casi desconocido.

La imposibilidad de adquirir piezas y accesorios en el mercado internacional obliga al equipo a estar “inventando” de forma permanente. El objetivo es claro: evitar la parada de un equipo crítico, especialmente en la etapa de preparación para la próxima contienda azucarera, que debe comenzar a tiempo y con toda la maquinaria probada y lista.

“A pesar de que en la etapa actual de reparaciones y mantenimientos el tiempo está limitado al alargarse la campaña precedente, se habilitaron todos los sábados para trabajar y se extienden las jornadas, puesto que es mucho el trabajo y las horas apremian”, expresó Arcia, mientras aplicaba soldadura con precisión para reparar los mecanismos de engrane del área de molinos.

El compromiso del colectivo va más allá de la extensión de la jornada laboral. Luego de «renunciar» a la mitad de sus vacaciones, una práctica común entre todos los trabajadores del central Melanio Hernández, los hombres del taller de maquinado no permiten que descansen ni las ideas ni los tornos, fresadoras y otras máquinas herramientas.

Evelio Melendrez Rodríguez, jefe del colectivo, aclaró que cada año se multiplica el accionar de los aniristas, demostrando una capacidad de respuesta creciente ante los desafíos.

“Mientras comprueba con un pie de rey la medida de una válvula recién recuperada, afirmó que en estos momentos ya superan el 85 por ciento de las soluciones a los problemas detectados en el desarme y diagnóstico de la fábrica y en otras áreas”, detalló.

El trabajo del taller no se limita a reparaciones menores. Su misión es estratégica. “Garantizamos los repuestos críticos y fundamentales que intervienen en la línea central del ingenio y, de manera específica, en los escenarios donde se produjeron roturas durante la pasada zafra, todo lo cual asegura un mejor inicio”, indicó Melendrez Rodríguez.

Esta capacidad de innovación y garantía es lo que, según el ingeniero Radamés Rodríguez Palmero, director de la industria, inyecta tranquilidad y confianza a toda la empresa.

“Los que laboran en el taller de maquinado son quienes nos inyectan tranquilidad y confianza”, detalló, “porque de manera práctica han demostrado esa capacidad de innovación que le suma vitalidad y funcionalidad al central”.

La conclusión del directivo es categórica. Sin la labor de ese colectivo, “sería bien complicado que todo el andamiaje de la producción azucarera funcionara y respondiera a una campaña con respetables indicadores de eficiencia industrial”.

En el taller de maquinado del Melanio Hernández, la zafra no solo se prepara; se gana con antelación, pieza a pieza.

Comparte este artículo

Cuadrando la caja

¿Por qué es vital estabilizar la macroeconomía en Cuba?

Consumo y demanda en tiempos de crisis electroenergética

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *