Un equipo en Pinar del Río que batea por encima de 400

“Si un equipo de pelota fuera de solo siete jugadores, le aseguro que con los míos me bato en cualquier terreno”. Con esa analogía define Alexis Iván Landeiro Ferro a su pequeño colectivo de trabajo. Él es el especialista principal de la Planta de Transformadores de la Empresa Eléctrica en Pinar del Río, un lugar donde, aunque haya horario establecido de trabajo, no se descansa ni los fines de semana.

“Siempre hay algo que hacer. Si se daña un transformador de un objetivo importante, aunque sea a la una de la madrugada, hay que estar aquí. Las puertas de esta Planta están abiertas constantemente, pues nuestro objeto social es el mantenimiento, enrollado y recuperación de todos los transformadores dañados de la provincia”, afirma.

Alexis se enorgullece del equipo que ha formado en la Planta. Foto: Ledier Ampudia Hernández.

Hacer más con menos

La situación electroenergética del país vive hoy sus peores momentos. La infraestructura de la red eléctrica, con muchos años de explotación, sufre las consecuencias de las constantes manipulaciones que implica brindar y quitar el servicio.

“El principal problema en la actualidad con los transformadores, primero, son las descargas eléctricas, ya que ese es el equipo más vulnerable a ser afectado. El otro problema es la sobrecarga. Por ejemplo, cuando llega la corriente, las mujeres, que casi siempre están en la casa, tratan de poner todos los equipos al mismo tiempo en aras de agilizar.

“El transformador es igual que un ser humano, lo que no habla. ¿Qué pasa? Cuando ponen el servicio, y todos los clientes están conectados, él tiene un pico de tres horas para estabilizar la carga, y en esa subida brusca es cuando aparece el colapso”, explica Landeiro Ferro.

Añade que es el transformador el elemento más caro de la línea, y al mismo tiempo el que más impacto tiene en los clientes.

“Prácticamente todos los transformadores de la provincia ahora se están sustituyendo, pero aquí llegan del año ‘67, del ’80. Ese equipo viene diseñado para tener una vida útil de cinco a 10 años, en dependencia de la carga, de la cantidad de clientes que pueda tener.

“Hay algunos que pueden durar 20, 30, 40 años, porque tienen sus cargas balanceadas para que trabaje al ciento por ciento de su capacidad”, apuntó.

El trabajo de los montacargas es fundamental en las labores de traslado de los equipos. Foto: Ledier Ampudia Hernández.

En la capital del país, -refiere el especialista- existe una fábrica de transformadores, pero actualmente no trabaja ni a un 50 por ciento de su capacidad. De ahí que el trabajo de la Planta pinareña sea tan significativo, pues mantienen una ardua labor de recuperación a partir de las mismas materias primas y de la innovación y el empeño de sus trabajadores.

“Aquí prácticamente no se compra nada para trabajar, excepto el aceite. O sea, que a partir del mismo transformador que viene dañado, recuperamos el alambre bueno y lo reutilizamos. Casi el 95 por ciento de las partes y piezas son recuperables.

“El transformador llega a un área de recepción y se somete a un protocolo de prueba, para hacer el dictamen técnico y definir la causa del problema. Luego se manda a desincorporar.

“Antiguamente se quemaban o se destinaban a Materias Primas, algo que un país como el nuestro no está en condiciones de hacer. Por eso solicité a la Empresa empezar a enrollarlos de nuevo aquí”, remarca.

En la Planta también recuperan el aceite, que es el elemento fundamental para el funcionamiento de los transformadores.

“Hubo una situación delicada con el robo de aceite. Aquí llegaban transformadores prácticamente vacíos, por eso explotaban. Hoy contamos con una máquina que realiza una especie de destilación, pues recircula el aceite, lo reprocesa y lo limpia”.

Aunque a simple vista la población no lo note, los resultados de esta Planta hablan por sí solos: en 2024, le dieron mantenimiento a 109 de estos equipos y fabricaron 118. En lo que va de 2025, le han dado mantenimiento a 102 y han enrollado 53, y le ahorraron a la Empresa casi dos toneladas de alambre de cobre.

“Nada de lo que hemos sacado ha regresado a la Planta. Hicimos un logotipo, que es un pino, en alusión a la provincia, para entonces saber cuándo el transformador que retorna es de los nuestros”, advierte.

Un equipo que no para

El equipo de pelota, como cariñosamente le llama Alexis, está formado, en su mayoría, por jóvenes. A ellos se suma un grupo de estudiantes del politécnico Primero de Mayo, que quizás, en el futuro, sean el relevo de esta brigada de artífices que permanecen en el anonimato la mayor parte del tiempo.

Juan Antonio agradece volver a trabajar en el enrollado, luego de más de dos décadas desvinculado del sector. Foto: Ledier Ampudia Hernández.

En el área de enrollado, Juan Antonio Díaz Cabrera apenas levanta la cabeza de la maquinaria. Es un trabajo que lleva, más que todo, curiosidad y constancia. Hay días que no siente la cervical o la cintura, “pero es lo que me gusta”, dice cuando recuerda que después de dos décadas fuera de la Planta decidió volver a petición de Alexis.

Ningún paso se puede violar a la hora de armar un transformador. Cuando sale del área de enrollado llega a las manos de Ernesto, Raydel y Denis Alejandro. Los tres jóvenes no son de mucho hablar; sin embargo, la destreza de sus manos habla por sí sola.

Poner la bobina, prensar, hornear, colocar los alambres, el conmutador, hornear nuevamente… cada paso es inviolable para que el transformador salga con calidad, luego en el laboratorio se realizan las pruebas necesarias y está listo para dar servicio. “Es un proceso de más o menos 24 horas, pero no se puede violar ningún procedimiento”.

En la Planta de Transformadores se hace de todo, y así lo reafirma el soldador Eloy Pérez, quien después de la jubilación se recontrató y sigue con el pie en el estribo. Allí también se chapistea, se repara, se da mantenimiento…

Son estos hombres de esos que no se mencionan muchas veces cuando regresa la luz después de un huracán o una rotura. Son sus manos, aparentemente invisibles, las encargadas de garantizar también que la energía llegue a cada hogar en el menor tiempo posible. Un equipo de siete que, en el terreno, se bate con cualquiera.

(Tomado de Guerrillero)

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