Empresas de todo el mundo se apresuran a adelantarse a la amenaza del presidente electo Donald Trump de imponer aranceles a los principales socios comerciales de Estados Unidos en 2025.
Pero a solo tres semanas de la toma de posesión, muchos economistas solo pueden aventurar cómo influirán las guerras comerciales de Trump en las perspectivas de crecimiento, o responder a una de las preguntas más urgentes del próximo año: ¿Seguirán los banqueros centrales recortando las tasas de interés si los aranceles desatan nuevas presiones inflacionistas?
De acuerdo a la economista sénior de BMO Capital Markets, Jennifer Lee, “puede pasar cualquier cosa, incluso se habla de posibles alzas de tasas dependiendo de lo que pase con los aranceles y la inflación”. Según precisó, “por ahora todo vale”.
Si la palabra favorita de Trump en el diccionario es “arancel”, quizás la menos favorita para las empresas, los consumidores y los economistas sea “incertidumbre”, como la que rodea su plan para aumentos generalizados a los impuestos de importación.
“Lo más importante en este momento es la incertidumbre: ¿qué es exactamente lo que va a pasar, cuándo va a pasar, cómo va a pasar?”, dijo la semana pasada Ryan Petersen, fundador y director ejecutivo de Flexport en Bloomberg Surveillance.
El autoproclamado hombre de los aranceles regresa al cargo el 20 de enero y Trump ha pasado las semanas previas a las elecciones amenazando a México, Canadá, China y la Unión Europea con aranceles más altos sobre las importaciones a menos que los líderes tomen medidas específicas que van desde tomar medidas enérgicas contra la migración ilegal hasta comprar más exportaciones de energía estadounidense.
A principios de este mes, Bloomberg Economics presentó una escenario plausible de cómo Trump podría desplegar sus aranceles a partir de mediados de 2025, con gravámenes sobre China que se triplicarían a finales del año siguiente. “Cualquiera que tenga un superávit comercial con EE.UU. debería sentirse muy incómodo en este momento”, señaló Lee.
Los estibadores de los puertos de la costa este y el golfo de EE.UU. podrían abandonar sus puestos de trabajo a menos que consigan llegar a un nuevo contrato con sus empleadores antes de la fecha límite del 15 de enero. El ILA —el mayor sindicato de trabajadores marítimos de Norteamérica— fue a la huelga durante tres días a principios de octubre y las interrupciones fueron inmediatas aunque de corta duración. Trump ha intervenido recientemente, poniéndose del lado de los trabajadores del ILA.
Sus empleadores se aferran al uso de equipos automatizados. Carsten Brzeski, jefe global de investigación macroeconómica de ING, dijo que una posibilidad es “un aumento contraintuitivo en el comercio mundial en los primeros meses del año, ya que las empresas adelantan las exportaciones a los EE.UU.”.
El Mar Rojo fue escenario de ataques marítimos hutíes hasta 2024, y con los misiles aún volando se espera que los barcos sigan desviándose hacia Sudáfrica hasta el próximo año. Ahora llega Trump con la vista puesta en reafirmar el control estadounidense de una vía navegable aún más importante para la economía del país: el Canal de Panamá. El presidente panameño se mantuvo firme.
(Con información de Bloomberg Línea)