Aterrizaje forzoso en el Máximo Gómez

Ahora dibuja la estampa de la soledad y el deterioro. De lo hondo de la terminal aeroportuaria no asoman ruidos, voces… música; mucho menos rugidos de aviones. No hay señales de actividad alguna, solo algunas manadas de vacunos que, a ratos, entran al lugar por algún vericueto de la amplia área de la pista.