Por: Oscar Figueredo Reinaldo, Karina Rodríguez Martínez, Ismael Francisco, Edilberto Carmona Tamayo y Enrique González Díaz (Enro)
Un cosquilleo en la garganta, seguido por una picazón intensa es lo que produce andar los caminos que llevan desde el Entronque de Herradura hasta la Finca Corralito. Hace tiempo que no llueve en Consolación del Sur y el aire se siente cargado, puede que sea consecuencia de los incendios que se ven a lo lejos, en las montañas.
En la Finca Corralito, está ubicada la Empresa Pecuaria Genética Camilo Cienfuegos, una entidad con alto desempeño en la producción de animales genéticos de carne y leche. Su director general Denis Sixto Rodríguez confesó su preocupación sobre el despunte que ha tenido en el territorio el hurto y sacrificio de ganado.
“Nosotros en la empresa tenías de cinco a siete hurtos y sacrificios en un año. Desde finales del año pasado, las cifras van en aumento. En noviembre 29 cabezas, diciembre 27 y en enero y febrero 40 animales cada mes”, informó Sixto Rodríguez.
El también doctor en medicina veterinaria y zootecnia señaló que para ellos, al ser una empresa genética, las pérdidas monetarias son considerablemente altas. “En una feria agropecuaria, nosotros podemos vender nuestros animales por 20 000 y hasta 40.000 pesos. No es solo por el dinero, sino el tiempo. Se invierte, como mínimo tres años de trabajo, para desarrollar estos animales de alto valor genético”.
De acuerdo con Sixto Rodríguez, Pinar del Río tiene características propias en cuanto al manejo del ganado. “Los animales siempre han estado sueltos en los potreros. A la provincia hay que venir, no como en otras donde hay tránsito de personas. Aquí hay que salir por la autopista si quieres llevar carne para la Habana”.
Por esta razón, es costumbre en Pinar tener animales sueltos para el pastoreo durante la noche. Dada el alza de casos de hurto y sacrificio los campesinos están teniendo que trancar los animales más cerca de las casas para cuidarlos.
“Aun teniendo el animal amarrado a la ventana, se los han robado”, sentenció quien agregó que “para un campesino que le roben su yunta de bueyes representan una pérdida considerable no solo por el dinero invertido en los animales, sino también porque pierden el medio para sembrar. Igual si le roban un caballo, porque es su transporte o la forma para cargar la comida de los propios animales”.
Muchos de los guajiros de la zona se pasan la noche entera haciendo guardia a su ganado. “Esto es muy complicado, no es humanamente posible pasarse la noche entera despiertos y luego salir a las 4 o 5 de la mañana a trabajar”. Asimismo está ocurriendo con el ganado porque “se están confinado desde temprano a los animales de trabajo en un lugar donde no hay comida durante toda la noche, por lo que el rendimiento disminuye”.
Puntualizó que no todos los campesinos tienen cuartones con comida para poder darles a sus animales, además no es lo característico del territorio.
“Como estrategia se pueden confinar los animales, pero eso también tiene su impacto económico, bajas producciones, aumento de las muertes, poco desarrollo de la ganadería”, sentenció el médico veterinario.
Este delito es mucho más complejo, pues no solo implica el robo del ganado, sino que también está unido a hechos de violencia. “Se me han dado casos de guardias de las unidades que han sido agredidos por los ladrones. Muchos de los custodios han pedido la renuncia, porque tienen miedo de la agresividad de los ladrones”.
Agregó que “a mis trabajadores, les he dicho que ante algún hecho se comuniquen inmediatamente, pero que no se enfrenten a los ladrones, porque está en riesgo su vida”.
El director general contó que los actos de violencia son cada vez más recurrentes. “Unos policías detuvieron a un ladrón con unos sacos de carne y este al verse acorralado les tiró un machetazo. Si el oficial no se quita no hubiera podido contar la historia”.
A la empresa, la localización geográfica le juega en contra. Están ubicados cerca de “la frontera”, así le llaman los campesinos de la zona que limita Los Palacios y Artemisa. “El animal que pase de aquí para allá, desaparece, si brincan el río o pasan el cañaveral, ya es por gusto”, comentó el director, quien prosiguió explicando que los modus operandis son muy variados, pero generalmente se saben por dónde cogen, los lugares donde los matan, pero “no pasa nada”.
Una de las modalidades- indicó- es entregar el animal. “Ahora mismo, entregar un caballo en la frontera vale 10.000 pesos”.
Sixto Rodríguez señaló que este es un negocio donde hay muchos implicados. “Todos saben en cada lugar, quienes son las personas que se dedican al hurto y sacrificio, por donde las mueven, qué recorridos hacen, los lugares donde generalmente las matan y aun así para llegar a cogerlo tienes que demostrarlo con pruebas”.
Prosiguió planteando que “no se puede hacer un registro, sin pruebas. Ya una huella de olor no es suficiente para incriminar a nadie. Uno puede encontrarse a una persona dentro del potrero, a las dos de la mañana, con cuchillos y sacos y eso no basta para procesarlo. Al final, estamos conviviendo con los ladrones”.
Otro problema – indicó el director general- es la logística de la policía, pues no siempre tienen los recursos necesarios para recoger las pruebas que inculpan a los ladrones. “Hay que tomar huellas, ver los rastros de sangre en los cuchillos y en la ropa que coincidan con los del animal sacrificado, igual que la carne. Estos son procedimientos que sí ayudarían a condenar a los ladrones, pero no siempre se hacen”.
Es una realidad que cuando ocurren siete o 10 hechos una misma noche en el municipio, cómo ha pasado, la policía no da abasto, ni tampoco puede llegar a todos los lugares.
“Hasta la propia policía está insatisfecha con esta situación. Se pasan la noche despiertos en el monte durante los operativos y sin embargo los ladrones terminan sueltos al poco tiempo”. Por otro lado, muchos de los tenentes de animales están entregando sus patrones.
“Los propietarios de animales están muy decepcionados. La vida del campo y tratar con animales no es nada fácil, para que además te los roben, y luego qué pasa no se haga justicia. Si las leyes no cambian, o se vuelven más fuertes, estamos perdidos”.
La realidad es que los ladrones están teniendo un mercado seguro. El precio de la carne de res, en muchos lugares, es inferior a la de puerco, por lo que hay una creciente demanda. Por esta razón, cada vez más personas empiezan a meterse en este “negocio”.
“Un jefe sector me comentó que él tenía controlados a los matarifes viejos, los que tenían antecedentes por hurto y sacrificio hacía años, pero que había muchas otras personas que se están dedicando a este delito por primera vez al verlo como una forma fácil de tener grandes ganancias”, comentó Denis Sixto.
Este director general ha mantenido comunicaciones con varias empresas genéticas del país y en cada contacto se evidencia que todos están enfrentando los mismos problemas.
En la Vaquería 60, nombrada “La Jíbara” han tenido “suerte”. En esta unidad de la Empresa Pecuaria Genética, no han tenido incidencias por hurto y sacrificio de ganado. Su jefe de colectivo Luis Hernández planteó que aunque estaban, hasta ahora exentos de los robos, este problema los afectaba de otra manera.
“Hasta ahora no nos han robado, pero si he perdido varios animales por muertes naturales. La incorrecta alimentación, tenerlos encerrados mucho tiempo, estos bruscos cambios en las dinámicas de pastoreo para cuidarlos de los ladrones a la larga están dañando a la masa ganadera”, indicó.
Salvaguarda que no resguarda
Alain Rodríguez Leyva se parapeta en sus papeles. Las tablas sobre su buró revelan los números rojos sobre un fenómeno que trasciende a los establos y fincas y cuyas implicaciones tiene un impacto real para la economía del país.
Como director de ganadería del Ministerio de la Agricultura deja escapar una frase lapidaria en los primeros minutos de la conversación: “aunque lo veamos como algo actual, el problema real es el impacto que va a tener en la ganadería en el futuro”.
No, no solamente tiene que ver con el “decrecimiento forzado” de la masa ganadera. El asunto es mucho más complejo y se relaciona también con la calidad de vida impuesta a los animales ante tanta “masacre”.
“Al tener que proteger a los animales de los robos, nos vemos obligados a trancarlos. Es importante que las reses estén sueltas en la noche para comer. Así como están parece que los tenemos en un campo de concentración”, arguye.
Según el especialista esta medida tiene un impacto directo en la productividad pues deteriora a los animales. “A esto se le suma la falta de lluvias, que se ve más arreciado en los meses de seca. Si nosotros no resolvemos el tema del hurto y sacrificio nos vamos a quedar sin ganadería porque los animales trancados desde las tres o cuatro de la tarde hasta el otro día se deterioran. Nos matan unos 50.000 de los tres millones de la masa ganadera, pero la gran preocupación es el tema del encierro”, añade con preocupación.
El 2022 cerró con más de 82 000 cabezas perdidas por hurto y sacrificio, mientras que en el 2021 la cifra fue de 33 000, por lo que el crecimiento es de cerca de 48 mil cabezas de ganado más que el año precedente. Eso representa 16.000 toneladas de carne que son a su vez 5.000 toneladas de carne deshuesada. Si sacamos más cuentas equivale a dos libras de carne por personas perdidas solo por hurto y sacrificio”, comentó el especialista a punta de lápiz.
Rodríguez Leyva revela que el incremento desmedido del hurto comenzó en junio de 2022, alcanzando picos de hasta 10 000 cabezas por mes.
Por su parte, Guillermo Enriquez, jefe del departamento de análisis de la dirección de Registro Pecuario, advierte que Villa Clara y Holguín son dos de las provincias que históricamente han incidido negativamente en estos hechos.
“La provincia con las cifras más altas por lo general es Holguín. Siempre es importante guiarse por el índice porque son los que revelan las cifras contra la masa en cada provincia. Villa Clara con esos 12 000 es una barbaridad realmente, tratándose de una provincia de municipios pequeños. De los diez municipios más afectados 5 son de Villa Clara”.
A dormir en el portal de la casa
Da gusto ver los terrenos de Rancho Alegre. Hectáreas y hectáreas sembradas de guayaba son un deleite a la vista. Hace dos años que Humberto Hernández Malagón recibió en usufructo esta tierra y la ha puesto a producir. A sus 46 años, manejar ese polo productivo se ha convertido en su obsesión.
Allí el día empieza bien temprano y puede que hasta le coja la noche en el campo. Aunque su especialidad son los frutales, también tiene algunos animales para facilitar el trabajo.
La yunta de bueyes la utiliza para arar la tierra y transportar las guayabas para la minindustria. De las vacas obtiene la leche necesaria para sus niños y su yegua era medio indispensable de transporte para moverse dentro del pueblo.
“Yo tenía de costumbre dejar la yegua amarrada debajo de una mata, cosas de campo. Uno de mis hijos fue a darle una vuelta y todo estaba bien, cuando fui yo a buscarla ya no estaba. Aunque le seguimos el rastro, no encontramos nada, ni los huesos”, contó este campesino.
Los caballos están siendo uno de los blancos selectos de los ladrones, pues son fáciles de mover. Ante esta situación, la decisión de este productor fue ir vendiendo la mayoría de su ganado. “Me quedé con pocas cabezas, para poder controlarlas mejor. Ahora duermen al lado de la casa y a eso de las cuatro o cinco de la tarde las estoy recogiendo del potrero”.
Desde las tierras de Humberto, a unos pocos metros sobre una pendiente se ve un pequeño rancho de madera con techo de guano. El responsable de ese terreno, hace menos de un mes compró una yunta de bueyes para sembrar la tierra y a las pocas semanas se los robaron. Los ladrones pasaron, esos animales por los terrenos de Rancho Alegre.
“Invertí cerca de 20 y pico mil pesos comprando alambre y postes para echar la cerca que cubriera todo límites de la finca. Al final fue un dinero que perdí, porque todas las semanas me la picaban dos y tres veces para pasar los animales que robaban a cualquiera de los vecinos”, señaló.
Humberto no se quedó con los brazos cruzados. A lo largo de todo su terreno mandó a construir unas zanjas de más de un metro de profundidad. “Espero que ahora con las zanjas les sea más difícil pasar por mi finca los animales robados”.
“Si me llevan la yunta de bueyes, me retiro”. Estas son de las primeras palabras que dijo Pascual Pino cuando le preguntamos cómo estaba el tema del hurto y sacrificio por su zona.
Son cerca de las tres de la tarde y a Pascual nos lo encontramos debajo de una mata de mango, rodeado de sus animales. “Aquí estoy en el pastoreo y vigilándolos porque hasta de día te los roban en el potrero”. A sus 67 años, este hombre nacido y criado entre vacas y terneros rememoró cómo en la década de los 80 hubo un tiempo “tan malo como este”.
“Vienen y te los roban descaradamente, en tu propia cara. A mí me llevaron una vaca del terreno y ni rastro pude seguir. Llamé a la policía y nunca aparecieron. Yo fui hasta la estación para buscar el cintillo que te dan y poder darle baja al animal en el registro pecuaria y fue todo un peloteo. Estuve como cuatro veces y nada, casi se me vence el plazo y entonces hasta una multa uno tiene que pagar si eso pasa”.
“La policía no le está poniendo toda la atención que este tema necesita”, sentenció Pascual y agregó que es necesario patrullaje nocturno, porque la seguridad en la zona es muy mala.
Desde que a éste experimentado del campo le robaron su vaquita, decidió tomar medidas drásticas. Todas las vacas recién paridas y sus terneros están amarrados y comen en las inmediaciones del rancho. En el caso de la yunta de bueyes, optó por ponerlos a dormir en el portal de la casa.
¿Cómo impacta el hurto y sacrificio en la economía? ¿Ha tenido el resultado esperado el procedimiento para el sacrificio y consumo de las carnes de ganado vacuno de los autoconsumos? ¿Qué factores inciden en que sean tan trabajosas las denuncias? Sobre estos tópicos continuaremos investigando en Cubadebate.
Escuche aquí:
En video, La historia de Humberto
(Tomado de Cubadebate)