Las huellas del desastre ya no están por todas partes, y las cifras se acercan cada vez más a lo que eran antes de que el huracán Ian destrozara la infraestructura tabacalera de San Juan y Martínez, el territorio donde más se cultiva el principal rubro exportable de la agricultura cubana.
Tras dos años y medio de trabajo constante, mucho de lo que derribó el ciclón vuelve a estar en pie, y la construcción no se detiene en una tierra conocida mundialmente como “la meca del tabaco”.
De ella salió, en 2024, el 35% de la producción de Pinar del Río, una provincia que aporta alrededor del 70% de las hojas que se cosechan en el país.
Pero no solo se trata de cantidad. “Aquí todas las tierras son de tapado o de vegas finas de primera. Es decir, que tienen como destino la exportación”, explica Michel Alejandro Valdés, director de la Empresa de Acopio y Beneficio de Tabaco Hermanos Saíz.
Para que se tenga una idea de cuánto se ha hecho, recuerda que antes del paso de Ian, en septiembre de 2022, existían en el municipio 1 675 casas de cura natural y de ellas solo quedaron en pie 22. “Imagínese el daño que nos hizo”, dice.
Algo muy parecido ocurrió con las cámaras de cura controlada. “De 112 que había, 84 fueron derrumbadas totalmente, y las 28 restantes tuvieron afectaciones severas, incluyendo la pérdida completa del techo”.
“De un extremo al otro de su geografía, San Juan ha sido arrasado, como si la naturaleza se hubiera empeñado en borrarlo del mapa, o un gigante enojado se le hubiera parado encima y empezado a saltar”. Así describía el director de la empresa a Granma, el panorama terrible de aquellos días.
A pesar de la destrucción, pocas semanas después, a fuerza de voluntad, se iniciaría la campaña tabacalera y unos 700 productores intervendrían en ella.
Desde entonces, el proceso de recuperación no se ha detenido. En la cosecha 2023-2024, 1 490 campesinos se sumaron a la siembra, y en la que se encuentra en marcha lo hicieron 1 790.
Las cifras tienen una relación directa con la infraestructura que se ha vuelto a levantar y las áreas incorporadas.
“En la actualidad contamos con más de 1 200 casas de cura y hay otras 122 en fase de construcción”, detalla Valdés, y asegura que “el proceso de recuperación nos ha permitido crecer, sistemáticamente, en la siembra y en la producción”.
Los números hablan de la prioridad que se ha dado al territorio –con un peso decisivo en una actividad que le reporta anualmente cientos de millones de dólares a la economía cubana–, pero también de la laboriosidad de los hombres y mujeres del sector.
Es el caso de Maribel Rivero, una mujer que ha llegado a convertirse en una de las mejores productoras del municipio, o de Yubislandy Chico, quien no solo ha sido capaz de reponer lo que dañó el ciclón, sino que, además, ha multiplicado las áreas de siembra y ha añadido nuevas construcciones, incluyendo una escogida familiar para beneficiar sus cosechas.
Técnicamente, este territorio del centro sur de Vueltabajo sería la tierra del mejor tabaco del mundo por la composición de sus suelos y su clima. Pero los especialistas aseguran que también el factor humano ha tenido un peso muy importante a lo largo de los siglos.
Con experiencia de trabajo en varios territorios de la provincia, Michel Alejandro Valdés asegura que, a pesar de que en los 11 municipios pinareños se cultiva tabaco, la diferencia de San Juan y Martínez con respecto a los demás es innegable.
Se refiere a la manera de combinar las novedades de la ciencia con la tradición, y a las atenciones culturales que se hacen de la misma manera que siglos atrás.
“Eso tiene que ver con la peculiaridad de que aquí se ha mantenido la herencia. En los campos están los hijos, los nietos e incluso los bisnietos de quienes convirtieron el tabaco en símbolo de esta región”, comenta.
Yoandy Lazo, por ejemplo, hoy sigue los pasos de Francisco, su padre, en la zona de Quemado de Rubí. Desde hace más de cuatro décadas, los Lazo se han consagrado como productores de avanzada que no solo aportan hojas de calidad, sino que también han logrado incluirse en el selecto grupo de campesinos que entregan semillas.
A sus 67 años, Francisco confiesa que es un orgullo que los hijos den continuidad a la labor a la que le ha dedicado la vida. Por eso se ha esmerado en contarles sus secretos como agricultor y en tratar de inculcarles el amor a la tierra, porque “lo más rápido que se aprende es lo que a uno le gusta”.
A nuestro alrededor, manos expertas recolectan las últimas hojas de la cosecha 2024-2025 y las ensartan con hilos gruesos y agujas enormes, para luego colgarlas, durante semanas, dentro de las casas de cura, en las que se lleva a cabo el proceso de secado natural.
Pero también hay hombres enfrascados en el tiro de madera y en la construcción de nuevos aposentos que permitan seguir incorporando áreas en la campaña que viene, volver a los niveles de siempre y terminar las construcciones pendientes.
El director de la Empresa Hermanos Saíz advierte que aún faltan por reconstruir más de 400 casas de cura y ocho escogidas, para poder llegar a las 3 200 hectáreas que se cultivaban antes del paso del huracán.
“Todavía quedan huellas profundas de lo que hizo el ciclón”.
No obstante, asegura que si todo sale como se ha previsto, en los próximos meses podrían terminar de borrarse, para que en este municipio con nombre de santo, se complete el milagro de la resurrección.
(Tomado de Granma)