Proyecto internacional empodera a mujeres caficultoras en Cuba frente a desafíos de género y clima

Con el respaldo financiero del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de las Naciones Unidas y el Gobierno cubano, el proyecto Prodecafé se articula con las políticas de género establecidas en el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, promoviendo la integración de las mujeres en los procesos productivos y de gestión de las cooperativas rurales dedicadas al cultivo del café.

El principal propósito es impulsar su empoderamiento, a la vez que se abordan desafíos estructurales como la escasez de alimentos nutritivos y la desigualdad de género.

De acuerdo con el periódico Sierra Maestra, la iniciativa representa un esfuerzo concertado para fortalecer el tejido socioeconómico en zonas rurales mediante la inclusión activa de la mujer en un sector tradicionalmente masculinizado.

Brigitte García Poveda, responsable de Género, Comunicación e Inclusión Social en la Oficina de Coordinación de Proyectos Internacionales del FIDA en Cuba, explicó que el proyecto apuesta por mejorar los sistemas de producción y comercialización del café y el cacao, a través de capacitaciones, asistencia técnica y el suministro de insumos a cooperativas de pequeños productores.

Estas acciones han permitido que las mujeres participen en las labores agrícolas, y que se involucren activamente en la toma de decisiones y la gestión de recursos dentro de las cooperativas. La formación recibida les ha proporcionado herramientas para optimizar el manejo integral de cultivos, desde la siembra hasta la poscosecha, aumentando así la eficiencia y el rendimiento de las plantaciones.

Más allá de lo productivo, Prodecafé también promueve aprendizajes sobre la mitigación del cambio climático, la equidad de género, la soberanía alimentaria y la prevención de la violencia contra mujeres y niñas, fortaleciendo el tejido social en las zonas rurales.

Insumos y tecnología para potenciar la productividad

De acuerdo con Alexander Tamayo Martínez, Coordinador Nacional del proyecto, el apoyo material ha sido fundamental. Detalló que se han distribuido más de 4 400 módulos de herramientas agrícolas —entre ellos machetes, botas, limas y seguetas—, además de unas 2 000 mochilas aspersoras y 35 tractores remotorizados.

Estos recursos han permitido mejorar los rendimientos agrícolas, lo cual repercute directamente en el ingreso económico de las cooperativas y, especialmente, en el salario de las trabajadoras. La dotación de equipos no solo facilita el trabajo físico, sino que también dignifica las labores y reduce la brecha tecnológica en el campo.

En la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) La Calabaza, ubicada en Segundo Frente, Miraydis Odelín Díaz, especialista de Recursos Humanos, señaló que la iniciativa ha marcado un antes y un después en la participación femenina dentro del sector agropecuario local. “Hoy tenemos mayor participación en la planificación productiva. Con más herramientas y conocimientos, podemos trabajar mejor y aportar más a nuestras familias y a la comunidad”, expresó.

Por su parte, Inolaidys Kindelán Deguet, presidenta de la Cooperativa de Producción Agropecuaria Emilio Bárcenas, también en Segundo Frente, destacó los avances en eficiencia gracias a la incorporación de tecnologías más adecuadas. “Las labores como la poda, el deshije y la fumigación ahora se hacen con mayor facilidad, lo que mejora la calidad del café y permite aumentar la productividad. Esto ha motivado a muchas otras mujeres a incorporarse al trabajo en el campo”, comentó.

Prodecafé es el tercer proyecto impulsado por el FIDA en Cuba y centra sus esfuerzos en la expansión de la producción agroforestal, especialmente de café y cacao. Además de fomentar la seguridad alimentaria a nivel local y nacional, el proyecto busca aumentar la resiliencia de las comunidades rurales ante los efectos del cambio climático, en concordancia con el Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional.

El modelo implementado demuestra cómo la combinación de financiamiento, capacitación, equipamiento y un enfoque de género puede generar transformaciones significativas en la agricultura familiar cubana.

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