En la finca Villa Luisa, una unidad productiva situada dentro del estratégico cordón verde que rodea a la ciudad de Camagüey y administrada por la Empresa Agroindustrial Municipal, se ha intensificado significativamente el cultivo de frutales.
Un total de 12.48 hectáreas de tierra están siendo dedicadas exclusivamente a este propósito, marcando un esfuerzo por aumentar la producción local de alimentos.
El productor David Hernández González, responsable de la finca, detalló la composición de las plantaciones: predominan siete mil plantas de guayaba, acompañadas por mil 300 de mango, 800 de aguacate y 160 de mamey colorado. Esta diversificación busca garantizar una oferta variada a lo largo del año.
Además del cultivo primario, Hernández González destacó la actividad de la minindustria instalada dentro de la propia finca.
Allí, se están llevando a cabo las primeras pruebas para procesar embutidos, utilizando condimentos naturales cosechados en el mismo terreno, entre los que mencionó específicamente el ajo, el ají y la pasta de tomate. Esta iniciativa apunta a agregar valor a la producción primaria.
El destino principal de estas producciones, tanto las frutas frescas como los derivados procesados, es el consumo social, así como las entidades estatales Acopio y Frutas Selectas, aseguró el productor. De manera complementaria, confirmó que mantienen activa la elaboración tradicional de encurtidos, principalmente de pepino y ají, lo cual representa otra línea de procesamiento establecida.
Hernández González recordó que lleva nueve años trabajando estas tierras. Durante este tiempo, ha implementado una estrategia agrícola basada en intercalar las plantaciones de frutales perennes con cultivos de ciclo corto y medio. Este sistema, explicó, persigue múltiples objetivos: optimizar el uso del suelo, lograr un ahorro significativo de agua y fertilizantes, y, en última instancia, obtener un mayor rendimiento productivo por unidad de área.
El productor enfatizó la necesidad constante de buscar e implementar estrategias productivas innovadoras y eficientes. Como ejemplo, mencionó que él mismo prepara un producto alternativo para el control de plagas, elaborado a partir de desechos del tabaco y cal, el cual utiliza en las labores de fumigación dentro de la finca.
Reflexionando sobre el modelo de gestión, David Hernández González concluyó con una convicción personal: “Soy de los que considera que las fincas deben tener una sostenibilidad económica, de manera que todos los días se logren cosechas y los trabajadores puedan percibir un salario”.
Esta filosofía subyace a las diversas actividades y estrategias desarrolladas en Villa Luisa para asegurar su viabilidad y contribución continua a la economía local.