La demanda mundial de cobre crecerá más de 40 por ciento de aquí a 2040, pero muchos países exportadores podrían recibir escasos beneficios debido a su limitada capacidad de transformación industrial, sostienen hoy análisis internacionales.
Para avanzar, necesitarían invertir en refinado, procesamiento y manufactura del mineral, opinó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), al actualizar sus predicciones en mayo de 2025.
Esto implica reforzar las infraestructuras y capacidades laborales, crear parques industriales, ofrecer incentivos fiscales y aplicar políticas comerciales que apoyen producciones de mayor valor añadido, juzgó la institución.
Según la Unctad, la satisfacción de demanda prevista requeriría 80 nuevas minas y una inversión de 250 mil millones de dólares de aquí a 2030.
El cobre, recordó, es esencial en la fabricación de vehículos eléctricos, sistemas de energías renovables, centros de datos, infraestructura de inteligencia artificial y redes inteligentes.
Más de la mitad de las reservas globales se concentran en Chile, Australia, Perú, la República Democrática del Congo y la Federación de Rusia; en tanto, China importa el 60 por ciento del mineral mundial y produce más del 45 por ciento del cobre refinado, detalló.
De conformidad con el examen, “no basta con excavar y transportar”: el cobre en bruto, argumentó, tiene un rendimiento limitado; el valor se encuentra más arriba en la cadena de producción, en surtidos como alambres, tubos y láminas, que son más complejos y rentables.
Sin embargo, cuando las naciones en desarrollo intentan ascender en la cadena de valor, encararan diversos obstáculos comerciales.
Mientras, el cobre refinado suele estar sujeto a aranceles inferiores al dos por ciento, los derechos de aduana aumentan considerablemente, hasta el ocho por ciento, en los renglones acabados, entre ellos, alambres, tubos y cañerías, ilustró la Unctad.
La “escalada arancelaria” desincentiva las exportaciones con valor añadido y “confina a los países productores en su papel de proveedores de materias primas”, redondeó.
Debido al rezago de la producción primaria, sopesó, el reciclaje podría ser una pieza clave en las soluciones a escala internacional; en 2023, el cobre refinado secundario alcanzó los 4,5 millones de toneladas, casi el 20 por ciento de la producción total.
Además, su procesamiento es más económico, reduce las emisiones de gases de efecto invernadero y ofrece el mismo rendimiento.
Estados Unidos es el principal exportador de desechos y residuos de cobre, seguido por Alemania y Japón; mientras los mayores importadores son China, Canadá y Corea.
Al decir de la Unctad, “la era del cobre ha llegado, pero sin estrategias comerciales e industriales estratégicas y coordinadas, muchos países en desarrollo corren el riesgo de quedarse atrás”.
(Con información de Prensa Latina)