La violación del pesaje de los productos se mantiene como espada de Damocles sobre los consumidores, tanto en la red minorista como mayorista, en el sector estatal y el privado.
En el Municipio Especial de Isla de Juventud, aunque predominan las pesas digitales en las unidades del comercio y la gastronomía, todavía las conocidas Yara dan látigos en gramos de menos, cuya suma puede convertirse en kilogramos.
A la vista, violaciones van y vienen al usarse las Yara: pesajes con los ponderales rotos y adulterados; el plato deteriorado o remendado con remaches; estéril conservación que debe incluir la calibración, pintura, limpieza y verificación de los equipos; manipulación incorrecta, son algunas de las señaladas por especialistas.
Se impone preguntar si las administraciones estatales y de los nuevos actores de la economía no podrían planificar en los proyectos de presupuesto de gastos anuales en las partidas o epígrafes, correspondientes a inversión, mantenimiento, reparación y compra de pesas digitales.
Es vital reflexionar en lo útil de emplear equipamientos seguros como establece el Sistema Internacional de Unidades, aunque algunos reticentes al cambio utilizan la libra, en lugar del kilogramo como unidad de medida.
Para regocijo ya se está “pesando” la calidad como muestra de respeto, en cuestiones de derechos y deberes, al instalarse más pesas digitales en las unidades. Pudiera ser otro el panorama, al decir de Alquímides Machandy Goire —trabajador cuentapropista, en el oficio de mecánico reparador de básculas y balanzas, único de su tipo en Isla de la Juventud—, si se sumaran más estatales y nuevos actores de la economía, porque las heridas de una pesa en mal estado, descalibrada o rota, son “llagas” seguras.
(Tomado de Trabajadores)