En pleno corazón de París, en una tienda dedicada a la miel, para comprar productos de América Latina hay que ponerse en la fila. ¿Por qué? En los estantes, la miel de Cuba, cremosa, tonos frutales y especiados, a partir de 7 euros los 250 gramos, está agotada.
La miel de Patagonia (miel de Ulmo chilena), cremosa, tonos de vainilla y anisados, en cofre de tres frascos a 24 euros: agotada.
Por su sabor y propiedades, la miel de Cuba es muy apreciada en Europa debido a la ausencia total de pesticidas en su producción, y por sus tonos de buganvilla, orquídea y almendros. La de Chile, con certificaciones orgánicas, es altamente cotizada por su factor antibiótico y antioxidante (Active Patagonia Factor, APF). Los principales importadores de estas mieles son Alemania, España e Italia, seguidos de Bélgica.
Lo cierto es que tanto Cuba como Chile se encuentran, en ranquin de la Unión Europea (mayo 2025), entre los diez mayores países productos bio de origen animal: La Habana, en el sexto puesto (rozando las 2 000 toneladas), y Santiago, en el décimo (rozando las 1 500 toneladas); Chile, tras Argentina; Cuba, tras Brasil y México. La calidad de ambas mieles orgánicas, según especialistas, son incuestionables.
“La apicultura está en crisis en Chile”
Sin embargo, en otro campo, las cifras llaman la atención por el volumen de exportación, comparando la dimensión de los países de origen: Cuba podría caber 9.5 veces en Chile y su superficie boscosa ronda los 2 millones de hectáreas, en comparación a los cerca de 18 millones del país austral. ¿Cómo se explica esto?
“A pesar de su inmenso potencial, la apicultura está en crisis en Chile”, dice a DW Mario Flores, presidente del Movimiento Nacional de Apicultores de Chile (MONACHI). Desde Cholchol, en la Araucanía, este apicultor que no llega a los cuarenta años, afirma que “aunque los bosques no son los mismos que hace 70 años atrás, sí concentran una masa crítica importante de volumen que está disponible. Pero la economía y el mercado nacional e internacional desmotivan a producir. En este momento hay una reconfiguración: los productores de miel se transforman en prestadores de servicios de polinización. O simplemente venden las colmenas y no siguen por cansancio o por falta de mano de obra”.
¿Por qué la diferencia de precios?

¿Por qué esa desmotivación para producir miel en Chile, si en París el precio al consumidor de los 250 gramos de miel de Quillay, Tiaca y Tepu oscila entre los 8 y los 19.50 euros?
“Estas mieles llevan el sello APF, que certifica sus propiedades antibióticas”, explica el presidente del movimiento de agricultura familiar campesina. “Ese sello fue producto de una investigación de diez años, donde participó una universidad chilena y el movimiento campesino, pero como tenía inversión privada, una gran exportadora se lo apropió dándole participación al instituto investigador”, pero no a los campesinos, lamenta Mario Flores. Entretanto, después de la pandemia del covid y el estallido social chileno, una gran cooperativa de apicultores familiares tuvo que cerrar sus puertas, explica.
Entretanto, “la producción de mieles con valor añadido APF se enfoca en dos exportadoras. Y para los pequeños y medianos apicultores —a partir de 500 colmenas—, los sellos orgánicos de la Unión Europea se hacen muy difíciles de lograr. No obstante, si no producen ‘bio’, no merece la pena seguir, pues el kilo de miel sin esta característica se paga a 1.05 dólares. Se exporta al granel mayormente a Alemania”, detalla Mario Flores.
“A diferencia de Japón, Alemania no exige el sello APF. Con la certificación orgánica basta. Pero los apicultores tienen que ir a la región de los lagos, en la zona cordillerana, donde el acceso es difícil. Y están pagando un máximo de dos dólares el kilo. No sale a cuenta”, agrega el presidente de MONACHI, recordando que en la época de posguerra de la II Guerra Mundial el kilo de ese producto se pagaba cuatro dólares.
¿Cómo lo logra Cuba?
Entonces, ¿cómo lo logra la isla antillana, tan pequeña en comparación con el extenso y boscoso Chile? Según información de importadores de miel y propóleos a la que accedió DW, estos son una de las fuentes de divisas en productos de alta gama de Cuba, junto con el ron y los cigarros. Desde 1991 habría una política estatal que en Cuba apoya directamente a las cooperativas de pequeños apicultores.
En ese contexto, según fuentes europeas a DW, desde 2022, en el marco del programa AGROVERDE, la Agencia Europea de Desarrollo (AFD), a través de la empresa cubana APICUBA, fomenta con fondos europeos la apicultura en Villa Clara y Santi Spiritus con objetivos de reforestación y balance del ecosistema polinífero y la biodiversidad.

Según información de prensa, el 90% de la producción apícola cubana se destina a la exportación. En promedio, un apicultor con unas diez colmenas produce entre seis y siete toneladas al año de miel. Los canales de acopio, homogenización, etiquetado y exportación quedan en manos de la empresa estatal y sus esfuerzos por posicionar bien en el mercado europeo las bondades de su miel.
Como fuere, “es lamentable lo que está sucediendo con las mieles de Chile y su gran potencial”, sigue Mario Flores, equiparando la miel de Ulmo con la de Manuka (de Nueva Zelandia). En la misma tienda parisina, el umbral para esta miel está en 25.50 euros y ronda, en su tope, los 96 euros. Pero, ¿cuál es el futuro de estas mieles benéficas si los apicultores de los bosques chilenos cuelgan la toalla?
Hay que tener en cuenta que la UE importa 200 000 toneladas de países terceros. Cabe recordar también que, a mediados del 2026, las etiquetas de miel orgánica tendrán que declarar detalladamente su origen. Para la prestigiosa miel chilena, ¿sería la salvación?
El presidente de MONACHI avizora otra meta. Así como en Cuba hay apoyo estatal, según Mario Flores “el Estado chileno debe visualizar el inmenso potencial que tenemos y debe generar una ‘marca Chile’ para sus mieles únicas, como las de Tiaca, Tepu, Quillay y Ulmo. Solo así va a impactar en la cadena apícola real —los pequeños apicultores que están exportando sus abejas— y van a crear un valor añadido a la miel”, afirma Mario Flores.
(Tomado de DW)