Mangos de El Caney… pero que lleguen a todos

Los pregones que inspiraron a Félix B. Caignet  para componer Frutas de El Caney, todavía se escuchan en las calles de Santiago.

Vienen de “nuestras lomas, donde se produce el mejor mango de Cuba, cuyo cultivo aprendí de mi padre —y él de mi abuelo—”, aseguró, con sano orgullo, Dulce María Cedranes Rivera, asociada a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Mártires de El Caney, ubicada en el municipio cabecera, “que dedica unas 292 hectáreas a ese cultivo”, añadió Jorge Miguel Fonseca Aroche, técnico integral de la base productiva.

Desde los años 40 y 50 del pasado siglo –cuando el Trío Matamoros y Compay Segundo popularizaron el tema musical– “ha llovido mucho”, y han cambiado las formas de cosechar, procesar y vender las frutas que inspiraron el emblemático pregón.

Los frutos de esta zona son conocidos por su calidad. Foto: Luis Alberto Portuondo Ortega.
Los frutos de esta zona son conocidos por su calidad. Foto: Luis Alberto Portuondo Ortega.

El Caney y sus mangos

“Nuestros mangos, en especial el bizcochuelo, son de inigualable sabor, y únicos en el país. Según expertos, los cultivados en otros sitios degeneran en comparación con los de este valle, en el que también abundan otras siete variedades, entre las que se destacan: mamey, corazón, señora, toledo…”, explicó Fonseca Aroche, quien ha dedicado más de 25 años a esta fruta, “que es nuestro producto líder, aunque cultivamos viandas, vegetales, y poseemos varios tipos de ganado”.

Cuando Granma llegó al rústico, pero organizado centro de acopio, Dulce María estaba descargando cientos de cajas repletas de mango, “de la finca La Caridad, cuyas 34 hectáreas tienen árboles frondosos y centenarios que paren muchísimo, al punto que no damos abasto. Tristemente, no pocos penetran a mi propiedad y hacen de las suyas, para venderlos carísimos en la ciudad. Los he visto a cuatro por cien pesos”, manifestó.

No obstante, a la altura de junio, estamos en el pico de cosecha, y eso lo asumen con miles de variantes los de la Mártires de El Caney. No pocos fueron beneficiados, desde hace un lustro, con viviendas creadas en el antiguo Instituto Preuniversitario del Minint, y eso ha mejorado el nivel de vida. Hoy es una funcional comunidad con apartamentos, círculo infantil, consultorio médico y escuela, entre otros servicios.

Bacilis Leyva Durán, presidente de la CCS, aseguró que, “aprovechando el despunte de la maduración, destinamos una parte a nuestra minindustria y el resto lo comercializamos directamente a la población en las ferias. Llevamos también a centros asistenciales, educacionales y a empresas. Tenemos como principio que, desde la temporada precedente, nos preparamos para enfrentar la venidera, con las rutinas diarias de las plantaciones y su atención cultural”.

En la presente, “estimamos cosechar más de 600 toneladas. Recuperamos por años los envases, entre los que están cien cajas paletas —conocidas como parles— y unas 600 de madera y de plástico; en este periodo no hemos podido comprar ni un solo envase. Nuestra fuerza de trabajo está enfocada en la cosecha, y el campo dirá la última palabra”, acotó Leyva Durán.

Trasladar la cosecha tampoco es sencillo. En ese sentido, son múltiples las alternativas para paliar el déficit de combustible y lubricantes: los productores trasladan los mangos hasta el centro de acopio en carretones propios o alquilados. “Si cambiara la realidad, tenemos el transporte para enfrentar la actividad: un camión y un tractor de la ccs y varios propiedad de los campesinos vinculados”, expresó el Presidente de la junta directiva.

Procesar, para que no se pierda la fruta

En las áreas de la cooperativa también hay cañandonga, tamarindo, zapote y, en menor cuantía, marañón. Una moderna minindustria, fruto de la colaboración internacional, procesa estos productos de elevada calidad.

Aurelia Virtudes Suárez Olivera, administradora de la instalación devenida mipyme, explica que hay tareas fabriles “que dependen de la electricidad y otras que no, pero nuestro lema es no parar; es engorroso, pero cumplimos y nos satisface hacerlo. Obviamente, el esfuerzo se traduce en salarios superiores a los 10 000 pesos”.

La pulpa de mango elaborada allí se asemeja al sabor y la textura de la compota, a precios mucho menores.  “También, con el maíz y la caña, producimos pudines y guarapo”, acotó Suárez Olivera.

Gladys Montoya Cobián, jefa del almacén, afirma que “hacemos lo que haga falta. Es bueno reiterar que los precios de nuestras elaboraciones son asequibles; un litro de pulpa concentrada de mango no sobrepasa los 180 pesos”.

Vinagre, encurtidos de vegetales y pulpas de tamarindo, cañadonga y zapote, también se hacen manualmente, aunque en un momento del proceso se pasen por el equipamiento que funciona con electricidad.

“El sacrificio de los trabajadores va más lejos de lo que la población pudiera imaginar. Adoptamos como medida que, a la hora que llegue la electricidad, nos trasladamos a la minindustria. Nos golpea la falta de envases para la producción terminada, porque carecemos de suministradores. Comercializamos las pulpas en diferentes frascos: en tanques, para su venta a granel; en nailon, botellas y pomos de varios formatos que pueden taparse herméticamente”, esclareció Bacilis Leyva Durán.

“El sabor es exquisito y el precio no está por las nubes; siempre que puedo adquiero estas pulpas de El Caney”, comentó Elena Labrada Gómez.

Por y para el pueblo

En cierta ocasión “nos encadenamos con la fábrica de compotas que queda relativamente cerca, y no dio el resultado esperado; se encarece mucho el producto, por el consumo de electricidad. Estamos tratando de negociar con La Estancia 20 toneladas de pulpa, aunque, por la situación energética, su calidad no es la misma para la elaboración de la compota de los niños”, dijo el Presidente de la ccs.

Son muchos los obstáculos, pero no se amilanan, solo piensan en cómo hacer llegar las frutas y sus derivados a los hogares y centros laborales santiagueros.

La Mártires del Caney es Vanguardia Nacional de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, y Bacilis fue delegado a las sesiones finales del xiii Congreso de la organización: “Nos toca ahora cumplir con los objetivos trazados: la producción de alimentos, el funcionamiento y el perfeccionamiento de los métodos y estilos de trabajo, y seguir creciendo, buscando alternativas para que no se pierda ningún producto y lleguen a la mesa”.

Según Jorge Miguel Fonseca Aroche, “el cambio climático influye en que disminuyamos en un 17% con respecto a la cosecha pasada. Este año, por ejemplo, la floración fue de un 89.6%. La maduración está siendo paulatina debido a la sequía, y los picos de cosecha, que habitualmente se logran en mayo y junio, pudieran extenderse hasta julio”.

Por lo pronto, se cosecha y se produce, aunque el impacto mayor, ese que liberará al pregón de precios superlativos, todavía está muy lejos. No basta con que haya mango, ni siquiera con que lo haya solo el día de feria. Lo importante es que una fruta tan popular como esa, con tantas opciones de preparación posibles, llegue a múltiples hogares y destinos como una opción más para la merienda familiar, en las tardes calurosas de un verano que ya toca a nuestras puertas.

(Tomado de Granma)

Comparte este artículo

Cuadrando la caja

La propiedad en Cuba: ¿estatal, privada, cooperativa o mixta?

Delitos económicos: ¿Amenaza al desarrollo de Cuba?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *