En nueve municipios de Camagüey, los niños se han tenido que acostumbrar a tomar menos leche, o sus padres arreglárselas para buscarla, por otras vías —muchas veces la misma que debía ir a la industria—, y pagarla al precio que aparezca, porque lo que se acopia solo da para entregar medio litro diario o uno solo, cada dos días.
Pero lo más doloroso es que, según los cálculos, de no revertirse la tendencia, el año que viene ningún municipio camagüeyano podrá entregar el litro completo, incluidos los territorios de la cuenca lechera diseñada por Fidel. La historia no termina ahí. Si la disminución sigue al paso que va, en tres años los niños de la provincia recibirán la leche cada tres días.
René Mola Valera, director de Acopio de Leche, explicó a Granma que, para cubrir, además, las dietas médicas y la entrega a las embarazadas, se necesita un acopio diario de 90 000 litros. “Esa es la razón por la que hace varios años en Camagüey no se pueden entregar las dietas médicas. Para los niños se necesitan 50 000, y a veces, ni esa cantidad se puede acopiar”.
¿Y por qué sucede esto? Camagüey, la provincia de mayores niveles del producto en Cuba tiene registrados 9 321 productores, de esos, hay 7 299 contratados que pertenecen a 210 bases productivas. Incumplían —al cierre de la información ofrecida por la Dirección de Acopio de Leche, de la Empresa de Productos Lácteos de Camagüey— 2 623 productores, lo que representa el 36% de los contratados, y equivale a 516 646 litros de leche que no llegaron a su destino.
Municipios como Santa Cruz, Minas y Nuevitas tienen la mitad y más de los productores contratados incumpliendo. Otros como Najasa, Jimaguayú, Guáimaro, Sibanicú, Camagüey y Vertientes, en los que se concentra la mayor parte de los volúmenes de entrega, promedian entre todos más de un 30% de incumplidores.
La situación empeora con los 993 productores que, al momento de desarrollar esta investigación, no habían entregado ni un vaso de leche en lo que va de 2025, lo que significa que 296 473 litros no llegaron a la industria ni a los niños, los enfermos, o, de modo general, al pueblo.
Cuando más con menos da menos
Falta de recursos e insumos, descontrol, impagos en tierra de nadie, ausencia de efectivo, son algunos de los problemas reiterados por quienes tienen que levantarse temprano a ordeñar la vaca, cuidarla y, a veces, hasta hacer magia para entregar lo conveniado. Esos son los mejores. También están, desgraciadamente, los que prefieren no esforzarse para cambiar la realidad e incumplir, si, total, no pasa nada.
En la realización de este reportaje, Granma dialogó con algunos productores y presidentes de bases productivas, en busca de respuestas a los decrecimientos abismales de las entregas de leche en Camagüey, una provincia que llegó a acopiar 90 millones de litros.
Omar Carrasco Palomino, productor de la CCS Niceto Pérez, de Nuevitas, explicó las serias limitaciones que tiene como ganadero. “El año pasado no terminó bien, por la fuerte sequía que hubo por aquí. Fue muy recia, y los animales no contaron con abundante agua. Había que buscarla y dependían de la que podíamos dar; para eso tampoco hubo suficiente combustible.
“A nosotros nos molestan mucho los impagos; a veces no tenemos de qué vivir y esta es nuestra forma de vida. No estamos en desacuerdo con lo moderno; pero el pago por tarjeta no es factible para nosotros, el guajiro no tiene tiempo para ir al pueblo a un banco y, en ocasiones, vas y no hay corriente o no hay señal, o simplemente no hay dinero, y el viaje fue por gusto, pierdes el tiempo y el día de trabajo, y regreso sin el dinero para pagar a mis trabajadores. El campesino necesita efectivo.
“Los insumos que necesitamos para trabajar, como lima, guantes, machetes, alambres y grampas están muy difíciles; no hay. Estamos conscientes de la situación del país, cada vez que se nos pide un paso al frente lo damos, pero sin esas cosas resulta muy difícil. La tienda de Gelma, al menos aquí en esta zona está desactivada, no tiene nada.
“Esta cooperativa era millonaria, incluso llegó a producir dos millones de litros de leche, pero se ha derrumbado después que comenzaron estos problemas. Conozco muy buenos campesinos que han vendido su masa y no han seguido produciendo porque se han molestado con estas cosas. Y somos nosotros los que llevamos la mayor parte de la producción lechera, que es fundamental para el país”, argumentó Carrasco.
Para Eliecer Viamontes Manso, vicepresidente de la CCS Rolando Mejías Espinosa, del municipio de Najasa, mucho depende del factor humano y de lo convencido que esté el hombre de la importancia de su trabajo. “Nosotros estamos a 15 kilómetros de la cabecera municipal y llevamos ocho años cumpliendo, a pesar de todas las dificultades. El poco combustible que entra lo ponemos en mano de los que más provecho le sacan.
“La clave para cumplir está en el trabajo con el productor, chequear día a día lo que entrega y lo que tiene contratado en la base productiva. Si eso no se hace, no puede haber resultados; los planes son cumplibles, pero tiene que haber control”, dijo.
“También hubo muchos productores que no hicieron el diagnóstico mes a mes con las vacas, para conocer su masa y saber a cuánto podían llegar. Además de eso, hemos presentado problemas con los pagos, y de algo tienen que vivir los productores, porque tienen familias que mantener”, subrayó Manuel Aguilar Gutiérrez, presidente de la CCS Felipe Basulto, en Najasa, quien representa a 204 productores que trabajan alrededor de 600 hectáreas de tierra.
Agregó que los productores de queso campesino hay que ajustarlos bien. “Yo tengo cuatro queseros porque están lejos, y los caminos están malos, pero creo que hay que trabajar para que todo el mundo entregue la leche al Lácteo”, comentó.
Números que asustan ¿Y el contrato?
En busca de respuestas a esas problemáticas, Granma tocó puertas en la Empresa Láctea de Camagüey, y en la Delegación Provincial de la Agricultura. Los números realmente resultan alarmantes, y suponen una alerta a la que no siempre se presta toda la atención.
¿Cómo debiera funcionar el proceso? La Empresa Láctea firma un contrato con la base productiva, y esa base es la que contrata con el productor, aunque en la contabilidad se registra la entrega productor a productor.
La preforma de ese contrato, firmada entre los directivos de la fábrica procesadora y la base productiva, incluye lo pactado para entregar por mes, según la cantidad de vacas y de novillas. Esos números se concilian al final del mes y, de acuerdo con el cumplimiento y con el sobrecumplimiento, se paga según lo establecido. Este procedimiento se adoptó luego de dos años de contratación directa a los productores, en los que fue peor el descontrol.
Sin embargo, hay bases que firman con el Lácteo a ciegas, sin conocer la realidad de sus campesinos, los nacimientos, las vacas gestantes, y luego vienen los incumplimientos, en los que incide el desconocimiento de las condiciones reales de su gente.
Eso sin contar que hay bases productivas que no facturan en tiempo, como la UBPC Batalla de Jimaguayú, perteneciente a la Empresa Agropecuaria Triángulo 3. El día 8 de abril fue que facturó enero y febrero, y lo más complicado es que no les explican a sus productores que la demora es su responsabilidad.
René Mola Valera, director de Acopio de Leche, enfatizó en que, todavía, en los municipios que sobrecumplen hay reservas, pues sus sobrecumplimientos se quedan por debajo de lo que hicieron el año anterior. “Territorios como Jimaguayú y Najasa sobrecumplieron sus planes de entrega en abril, al 111% y al 102%, respectivamente; sin embargo, entregan 15 000 y 69 000 litros menos que en 2024. No nos podemos conformar, porque el propio Najasa, ahora mismo, es de los que entregan medio litro de leche. Cabe preguntarse entonces cómo son posibles esos sobrecumplimientos excesivos si entregan mucho menos leche que el año anterior.
“Nosotros tenemos 30 días para pagar, y muy pocas veces en algún municipio no pagamos dentro de lo establecido. Se hace un gran esfuerzo, hoy esta industria tiene un crédito por pagar de 900 millones de pesos, que era de 600 hasta que comenzó la última contingencia energética, en la que perdimos miles de litros de leche. Tampoco había sal fundente para procesarla y hacerla queso, y nos atrasamos 20 días en el pago, por lo que hubo que pedir otros 300 millones al banco. Esto va contra el salario, la distribución de utilidades y la salud financiera de la empresa”, aclaró.
(Tomado de Granma)