Cuando a mediados de la década de los 60 comenzaron a operar las dos primeras unidades de la Central Termoeléctrica (CTE) Antonio Maceo —ubicada en la península de Renté, que bañan las aguas de la bahía santiaguera—, con capacidad para generar 50 megawatts (MW), los expertos pronosticaron, a partir del diseño, entre 30 y 35 años de explotación.
“Lo cierto es que llevamos casi seis décadas aportando al Sistema Eléctrico Nacional (SEN), en las que vimos cómo se incorporaron otras cuatro unidades. Vimos la modernización en los años 90, y hoy podemos decir que se mantienen operando tres, gracias al ingenio de nuestro colectivo”, precisó Jesús Aguilar Hernández, director general de la Empresa.
En su cenit, durante los años 80, Renté aportaba unos 500 MW al SEN, y hoy lo hace solo con tres bloques que pueden generar hasta 258 MW. El colectivo está enfocado en culminar la reparación de la Unidad 5, y así disminuir los déficits que tanto dañan la economía nacional y a la sociedad en su conjunto.
En los 1 500 trabajadores, se percibe esfuerzo y sacrificio manifiestos, en largas jornadas que sobrepasan las 24 horas, “incluso días, cuando la situación se complejiza.
“Nuestra principal fortaleza está en el ingenio y entrega del colectivo, que garantiza alrededor del 80% de las partes y piezas que necesitamos para mantener la vitalidad de las unidades; y en la 5, de manera particular, se realizan acciones en los equipos básicos y sistemas auxiliares, también con alto protagonismo de nuestros innovadores”, destacó Aguilar Hernández.
Cuando experiencia y juventud se combinan
A sus 82 años, Arturo Laurence Richard —Chomi, para muchos— se mantiene con una fortaleza física y de espíritu impresionantes, y a eso se añade su memoria privilegiada y detallista.
“Renté siempre puede contar conmigo, desde 1966. Luego me hice ingeniero eléctrico, lo que me posibilitó ampliar los conocimientos con los especialistas soviéticos. Fuimos capaces, incluso, de hacer pruebas directas en periodos de mantenimiento a los equipos de arranque”.
Cuando se presentan las muy comunes averías, Chomi las asume sin vacilar: “En la última prueba que se le hace al generador, para saber si se puede sincronizar o no, tengo que estar presente; es una gran responsabilidad. La verdad, es impactante, peligroso, pero satisface”.
El avezado especialista también refirió que “hace tiempo pocos se enteraban de cuándo dábamos mantenimiento y de cuándo había una máquina fuera de servicio. Desde el control central veíamos los seis bloques funcionando en línea y era un acontecimiento. Hoy, pocos imaginan lo que cuesta mantener el Sistema Eléctrico, hay que sortear miles de obstáculos y, ciertamente, el bloqueo obstruye cada paso que damos”.
Muchos aseguran que es, en el país, de los que más dominan las técnicas de pruebas eléctricas a transformadores, generadores y equipos primarios; a los arranques de los bloques en periodo de mantenimiento.
“Modestamente tengo un amplio dominio de esas tareas, pero supongo que es por los años, y también por el compromiso con mi labor”, afirmó.
Unos cuantos calendarios menos ha vivido Walfrido Filiú Fonseca, jefe del Taller Eléctrico y Especialista en Protección Eléctrica.
Comenzó como Electricista A, y fue colaborador internacionalista en la hermana República Bolivariana de Venezuela, “donde aprendí mucho con los técnicos checos, y tuve el privilegio de asumir cargos importantes en uno de los talleres. A los cubanos nos reconocen la preparación y la manera en la que nos imponemos ante las dificultades”, narra.
Este joven no se conformó, al igual que Chomi, con ser técnico medio, y se hizo ingeniero: “Ahora siempre estoy en el área con mis compañeros, y cuando hay averías, me mantengo ahí, con ellos, hasta que se resuelve la dificultad. Paso horas estudiando; este sector está en constante desarrollo, se va modernizando, la electrónica de potencia, la digital, los fabricantes hacen mejoras, y uno no se puede quedar atrás”.
Filiú Fonseca acotó que, en estas centrales “la protección eléctrica viene siendo como el cerebro en el cuerpo humano; lo controla todo; si ‘pifias’, puede dañarse el equipo o provocar un colapso en el Sistema y, en el peor de los casos, lesiones o la muerte del operario”.
Esa es una de las razones que lo hacen mantenerse en su lugar, aunque sabe que quizá en otro sitio la remuneración económica pudiera ser mayor; pero, en su caso, “cuando pienso que lo que hacemos a favor de Cuba, que es tan imprescindible, porque la falta de electricidad paraliza la economía, y hasta la dinámica familiar”, entonces le sobran razones para que su aporte siga estando donde es más necesario.
Roilán Suárez Agüero, quien es graduado en Educación Mecánica, vino a la península como mecánico en el Taller de Maquinado.
“Integré la brigada de fabricación y recuperación de piezas de repuesto, esas que sustituyen importaciones y ahorran millones; ahora estoy como supervisor en el área de la turbina, que es en la cual se genera la energía eléctrica”.
De acuerdo con el jovial especialista, cada contingencia energética, “nos hace protagonistas de proezas, recuperando todo cuanto se puede; vivimos y sentimos la confianza que depositan en nosotros los directivos de la CTE, y hasta los dirigentes de la provincia y del país. Sentimos la responsabilidad con el pueblo de Cuba, que espera nuestra respuesta.
“Muchos dicen, ‘siguen los apagones’, eso es verdad, somos conscientes, pero hay que estar aquí para ver el esfuerzo y la entrega de nuestro colectivo, que muchas veces, literalmente, se muda aquí hasta restablecer el servicio en condiciones difíciles”.
En los talleres de la Antonio Maceo, afirmó Suárez Agüero, “enfrentamos las carencias como retos para innovar, y de esa manera fabricamos piezas que le costarían al país miles o millones de dólares. Renté, con los ojos cerrados, puede contar con los jóvenes”, concluye.
Lo que Renté significa y hace

La CTE santiaguera es clave para la sostenibilidad energética de la provincia y de la región oriental. No obstante, vale destacar, también, que apoya numerosas actividades de la vida económica y social del territorio con aportes concretos, por ejemplo, a la planta de llenado de gas licuado de petróleo, a los centrales azucareros, a las redes y sistemas hidráulicos, y hasta a la producción de alimentos.
A decir del Director General, como la reparación del Bloque 5 implica “sortear múltiples obstáculos —como financiamiento y recursos materiales—, nos enfocamos en garantizarlo sustentados en nuestro poderoso movimiento de innovadores y racionalizadores, compuesto por unos 180 compañeros.
“En paralelo, se enfatiza en la continuidad en la generación de los bloques 3 y 6. De darse una desconexión del SEN, un grupo de trabajadores, por su especialidad y experticia, se mantienen en la planta hasta su restablecimiento. Aunque parezca un absolutismo, la verdad es que todos estamos dispuestos, porque los valores han sido forjados. Aunque se presentan asuntos personales, hemos constatado que, sin restarle importancia, dejan todo atrás, con voluntad de acero, hasta que logramos sincronizarnos”.
Aunque trabajar con electricidad siempre implica riesgos, no pocas veces mortales, la Renté lleva 15 años sin accidentes fatales. “Cuando perdemos algún compañero por esta causa, es terrible en el ámbito laboral y personal”, acotó el directivo.
Ellos también enfrentan la dureza de los tiempos, y es muy posible que, tras horas trabajando por la electricidad de otros, lleguen a sus casas y se la encuentren, como le sucede a cualquier cubano, a oscuras.
Sin embargo, eso no los desmotiva. Saben del valor de su trabajo y se enorgullecen de él. Puede que falte la electricidad, pero, en nuestra gente, todavía hay mucha luz.
(Tomado de Granma)