Implementa Oficina del Historiador de La Habana servicios digitales para una gestión urbana eficiente

En un contexto global donde la tecnología redefine constantemente las formas de habitar, producir y convivir, el concepto de ciudad inteligente ha trascendido la esfera de la aspiración futurista para consolidarse como una necesidad tangible y urgente en el desarrollo urbano contemporáneo.

La integración estratégica de herramientas digitales, la gestión eficiente de los recursos y la participación activa de la ciudadanía se erigen como los pilares fundamentales de un nuevo paradigma de desarrollo urbano, orientado hacia la sostenibilidad, la inclusión y un enfoque centrado en las personas.

Cuba, en sintonía con esta tendencia mundial y mediante una creciente apuesta por la innovación tecnológica, avanza por este camino a través de iniciativas lideradas por instituciones académicas, organismos estatales y entidades patrimoniales que persiguen la transformación de sus espacios urbanos en entornos más conectados y eficientes.

En este empeño nacional, La Habana se erige como un laboratorio de experimentación por excelencia, donde la historia, el patrimonio y la tecnología convergen con el objetivo de forjar una ciudad que preserve su identidad única mientras se proyecta con decisión hacia el futuro.

El principio rector de este proceso fue explicado en el recién concluido IV Congreso Internacional Cibersociedad 2025: “Poner las tecnologías y la innovación al servicio del desarrollo humano, la sostenibilidad y la gestión eficiente forma parte de los principios de las ciudades inteligentes expuestos como parte del panel Ciudades Inteligentes en Cuba: Casos prácticos”.

La hoja de ruta conceptual la proporcionan definiciones oficiales. Las ciudades inteligentes, de acuerdo con conceptos dados por el Ministerio de Comunicaciones y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), “utilizan la tecnología y la innovación para mejorar el entorno urbano, propiciar una mejor calidad de vida y sostenibilidad, así como incentivar la participación ciudadana”.

El desarrollo de ciudades inteligentes y sostenibles en Cuba, referían con anterioridad, implica “el uso de datos para gestionar de modo más eficiente y automatizado los recursos, acelerar y optimizar la toma de decisiones y de los servicios, proteger a las personas vulnerables, y conectar soluciones e iniciativas”.

Es en este entramado conceptual y práctico donde nace la ambiciosa propuesta de transformar el Centro Histórico de La Habana en un Modelo de Ciudad Inteligente y Sostenible. Un proyecto que tiene como antecedentes, entre 2002 y 2006, iniciativas aisladas que contemplaron la dotación de equipos e infraestructura, el desarrollo de aplicaciones y el diagnóstico institucional.

Erick Guerra Figueredo, de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC), explicó la evolución: a ello “se sumó entre 2006 y 2016 la informatización y, desde entonces hasta 2025, la transformación digital con cambios estructurales y la ampliación de la estrategia, para llegar a la fecha con la aplicación del plan de ciudades inteligentes”.

Al detallar los avances de la capital, Guerra Figueredo precisó la filosofía del proyecto: “el modelo de ciudad inteligente que queremos no se basa en la acumulación de equipamiento tecnológico, sino en la capacidad de enfocar, adaptar e implementar estrategias según nuestras condiciones actuales, con la participación de todos los actores del territorio”.

Entre los resultados tangibles de esta transformación, la OHC ha implementado una gama de servicios digitales que incluyen autoservicios para la población, sistemas especializados para la atención ciudadana y operaciones de contribuyentes, y un registro electrónico de trámites que optimiza la gestión administrativa mediante alertas automáticas sobre plazos y estados de los procesos.

La infrastructura de información también se ha robustecido significativamente. Se ha desarrollado un Sistema de Información Territorial que integra mapas con regulaciones urbanísticas y un Gestor de Imágenes con un vasto archivo de más de 32 000 archivos fotográficos, planos y reseñas históricas de los inmuebles del territorio.

El portal web de la Oficina del Historiador se consolida como una herramienta clave de gestión de la información, integrando contenidos y servicios útiles para las instituciones y la ciudadanía.

Erick Guerra Figueredo también ponderó la alianza con la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana para el estudio y la aplicación de técnicas de Inteligencia Artificial en el Patrimonio.

Señaló que el Repositorio Digital del Patrimonio ya alberga 52 colecciones con más de 25 000 activos digitales, y supera los 1.3 millones de visitas.

Paralelamente, resaltó que avanza el Catálogo de Bienes Patrimoniales, que suma más de 500 000 registros, y un proyecto de Preservación Digital en desarrollo, con más de 100 GB y 3 300 ficheros indexados.

La estrategia también impulsa la gestión económica del patrimonio, con facilidades de pago en línea, en el 100 % de los establecimientos comerciales y gastronómicos de la zona, y el empleo de plataformas de reserva digital como Ticket y La Papeleta.

Por otra parte, la agencia de viajes San Cristóbal lanzó un nuevo sitio web con más de 40 productos turísticos en línea, enlazados a pasarelas de pago internacionales; además, se promueve un Programa de Turismo Accesible e Inclusivo, y la tarjeta prepago Clásica OFA, que ofrece incentivos para servicios en las ciudades patrimoniales cubanas.

Entre las innovaciones en infraestructura física se destaca la iluminación pública inteligente que permitirá, en la Plaza de San Francisco de Asís, la Plaza Vieja, la Calle Obispo y el Parque de la Fraternidad, incorporar mejoras en la calidad lumínica, monitoreo y ahorro energético estimado en un 30%.

Este proceso de transformación digital se articula también con la creación de espacios de formación e innovación tecnológica, como Habana Espacios Creativos, Fablab, Futurlab y el Planetario de La Habana, que fomentan el desarrollo de las industrias creativas y el conocimiento tecnológico local, asegurando que la evolución de la ciudad sea también una evolución de sus capacidades humanas.

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