La provincia de Holguín impulsa de manera sostenida la implementación de prácticas agroecológicas con el objetivo principal de sustituir fertilizantes artificiales, contribuyendo decisivamente a los programas nacionales de soberanía alimentaria y a la siembra de cultivos resilientes ante los efectos del cambio climático.
Esta estrategia, que se extiende por los diferentes territorios de la oriental provincia, se basa en el aprovechamiento de recursos locales y conocimientos científicos para elevar la productividad de manera sostenible.
Al respecto, Juan Carlos González Leyva, especialista del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medioambiente, subrayó a la ACN que se priorizó la fabricación de humus de lombriz y compost, abonos naturales de amplia aceptación. Estos biofertilizantes, producidos en las propias unidades productivas, no solo enriquecen los suelos sino que también reducen la dependencia de insumos externos.
El funcionario destacó que municipios como Banes y Mayarí se integraron a proyectos de colaboración internacional dirigidos a mejorar las condiciones productivas de los suelos mediante técnicas más resilientes como la reducción del espacio entre las plantas. Estas iniciativas de cooperación han permitido la introducción de tecnologías y metodologías avanzadas que optimizan el uso de la tierra y los recursos hídricos.
Un impacto económico significativo de esta transición agroecológica es la notable disminución de los gastos de producción, pues los fertilizantes industriales poseen elevados precios en el mercado internacional y su importación está limitada por el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba. La alternativa agroecológica se convierte, por tanto, en una solución de doble beneficio: económica y ambiental.
El experto señaló que desde 2021 se beneficiaron más de cuatro mil hectáreas con prácticas sostenibles donde se introdujeron sistemas de riego de pivote central, más eficientes para los cultivos.
También se aprovecharon los residuos de las cosechas empleados en la producción de humus y el mosto seco como sustrato de viveros, sobre todo en la zona montañosa, puntualizó. Este enfoque de economía circular maximiza los recursos disponibles y minimiza los desechos, cerrando ciclos productivos dentro del ecosistema agrícola.
Las prácticas agroecológicas constituyen formas modificadas de manejar el sistema agrícola que se basan en conocimientos e insumos locales y fortalecen los ciclos y procesos naturales, con la opción de reducir o eliminar el uso de agrotóxicos sintéticos. Este paradigma productivo no solo busca cosechas más saludables, sino también la recuperación y conservación de la fertilidad de los suelos a largo plazo.
Durante el último quinquenio Holguín promovió el desarrollo de estas actividades, una de las líneas de trabajo de la Tarea Vida, plan del Estado cubano para el enfrentamiento al cambio climático y entre los objetivos de crecimiento sostenible impulsados por el Fondo de Naciones Unidas para el Desarrollo. La integración de la agroecología en estas políticas públicas evidencia el compromiso de Cuba con un modelo de desarrollo ambientalmente responsable y socialmente justo, capaz de garantizar la alimentación de la población en armonía con la naturaleza.













