Fruticultoras de fuego y sonrisa

Su fuerza no está en sus músculos, sino en la perseverancia. Procede de la tierra bajo sus botas. Se nutre del fuego en su espíritu y la sonrisa en el corazón. Son mujeres sencillas pero resueltas; entre ellas conformaron una brigada de fruticultoras que les deparó un nuevo horizonte.

Al frente está Belkis Torres Martínez, quien ha forjado su vida en la UBPC 14 de Noviembre, de Caimito. Ya le sumó tres décadas a los 19 años con que comenzó en la cooperativa; ahora no es solo la jefa técnica, sino la líder de un singular proyecto.

Cierto, el nombre quizás suene un poco largo, quizás en correspondencia con el alcance que se propuso. Mujeres protagonistas en la cosecha, selección, beneficio y transformación de mango y guayaba a pulpa, mediante el proceso artesanal, para promover un cambio de gestión a favor de la igualdad de género. Y, ciertamente, los objetivos se cumplen. Desde 2019, han elaborado pulpa de mango, de tamarindo, guayaba, puré de tomate y otros surtidos, a partir de las 70,4 hectáreas de frutales (55 de mango) y áreas aledañas de guayaba.

En 2023 la eficiencia fue tal que el costo por peso apenas alcanzó los 0.29 centavos en la producción de puré de tomate. Mientras, en 2024 obtuvieron ingresos ascendentes a 572 000 pesos, a un costo por peso de 0.60, con un valor agregado superior a los 227 000, con mango, guayaba, tomate y algo de tamarindo.

“La pérdida de frutas era un problema para la cooperativa. Decidimos resolverlo con el procesamiento artesanal. Entonces, las tecnologías y el conocimiento facilitado por el proyecto Agrofrutales nos permitieron incrementar la cantidad y calidad de las producciones”, asegura Belkis.

Se trata de un proyecto que fortalece las cadenas de valor de frutales en los territorios de Artemisa y Santiago de Cuba, en alianza entre el Ministerio de la Agricultura, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el gobierno de Canadá.

Involucra a 25 cooperativas agropecuarias y 12 entidades estatales en ambas provincias, en el empeño de aumentar la producción y promover el empoderamiento de mujeres y jóvenes, al incidir en el desarrollo territorial y las condiciones de vida de las trabajadoras.

Las iniciativas se enfocaron principalmente en ampliar y modernizar capacidades productivas, mejorar la disciplina tecnológica y diversificar la prestación de servicios, así como aumentar las capacidades para agregar valor y desarrollar producciones locales.

En el caso de la UBPC caimitense, varias mujeres provienen de otras provincias y, además de empleo, la 14 de Noviembre les ha facilitado locales convertidos en vivienda: un innegable beneficio para Mirta Mendoza, Leticia Fonseca y Aliubis Ceruto.

Mirta dejó atrás su trabajo a merced de los inclementes rayos del sol, para guiar el quehacer en la minindustria, entre moderno equipamiento y envases, aunque declare su reclamo por disponer siempre de leña y agua.

El moderno equipamiento eleva la cantidad y calidad de sus productos. Foto: Otoniel Márquez.
El moderno equipamiento eleva la cantidad y calidad de sus productos. Foto: Otoniel Márquez.

Aliubis cambió su nave de posturas por este oficio de agregar valor a las frutas. “Estoy encantada con mi labor y mi casa en la cooperativa; quiero cada día trabajar más”.

E igual le sucede a Leticia, antes dedicada a cultivar la tierra. “Me siento feliz de cuanto hago aquí. Siempre tenemos trabajo, y es más cómodo”. Justo cuando este 18 de junio se cumplen 18 años de la desaparición física de Vilma Espín, la incansable luchadora revolucionaria y eterna presidenta de la FMC, esta brigada constituye un tributo a su empeño como defensora de los derechos de las mujeres.

Vilma promovió denodadamente la incorporación de la mujer rural al empleo, como garantía de oportunidades y muestra de empoderamiento.

En Belkis, Mirta y las demás muchachas, está el sueño de la coordinadora del Movimiento 26 de Julio en Oriente, la guerrillera de la Sierra Maestra, la ingeniera química, la creadora de los Círculos Infantiles, el paradigma de nuestras féminas en Revolución.

Bien saben estas fruticultoras caimitenses que no necesitan de caballeros en corazas brillantes; ellas son sus propias heroínas, armadas del fuego en su espíritu y la sonrisa en el corazón, con la fuerza extraordinaria que procede de la tierra bajo sus botas.

(Tomado de El Artemiseño)

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