La decisión de priorizar la protección del transporte estatal sobre fórmulas de arrendamiento masivo se consolida como un acierto en Sancti Spíritus, donde miles de ciudadanos dependen de un servicio público asequible para su movilidad diaria, informó el periódico Granma.
De haberse optado por otras vías, como la privatización a gran escala, lo más probable es que hoy miles de ciudadanos agonizaran moviéndose a pie, o “a mano”, de alternativas privadas que no siempre (tal vez nunca) se avienen a las posibilidades económicas de los segmentos más necesitados o vulnerables de la sociedad.
Este modelo, impulsado por la empresa provincial de Transporte, su Unidad Empresarial de Base (UEB) de Ómnibus Urbanos y el Gobierno, ha permitido sostener la operatividad de las nueve rutas urbanas de la ciudad de Sancti Spíritus. A estas se suma el valiosísimo funcionamiento de otras cuatro, a cargo de los modernos microbuses conocidos como Ecomóviles.
La flota estatal se ve complementada por más de un centenar de medios con licencia operativa, conducidos por trabajadores por cuenta propia o porteadores privados, creando un ecosistema de transporte mixto. Recientemente, este esfuerzo se fortaleció con la reincorporación de 23 camiones de la Operadora de Fletes, ampliando la capacidad de carga y traslado.
Una muestra de la resiliencia del sistema es la longevidad de su parque automotor. Los espirituanos no le han dado baja ni a una sola de aquellas primeras Dianas, que irrumpieron en el acontecer territorial hace más de 15 años. Por las calles de la ciudad y en municipios circulan no solo estas Dianas, sino también medios más antiguos incluso, como un estoico Volvo, un Lia, cuatro Paz…
Aunque cinco guaguas de esta última marca se encuentran inactivas por diferentes causas, la empresa descarta de plano su baja, arrendamiento o cualquier solución que implique “desprenderlas” de la entidad estatal.
La sostenibilidad de este esfuerzo se atribuye a un apoyo gubernamental constante y al trabajo dedicado del personal. “Sin la protección que nos ofrece el Gobierno en términos de combustible, sin la convicción de que el servicio de transporte es vital, sin el ‘gardeo’ que mantenemos de forma permanente y sin las maravillas que realizan mecánicos, choferes y resto del personal, el panorama fuera otro” –opina José Lorenzo García, delegado del Ministerio del Transporte en la provincia.
Estrategias operativas aparentemente menores, como asignar un solo chofer por ómnibus, han resultado cruciales para optimizar el uso y el mantenimiento de cada unidad.
Estos “poquitos” acumulados permiten que la UEB de Ómnibus Urbanos, además de asegurar su servicio habitual, apoye la transportación en municipios como Jatibonico, Cabaiguán, Trinidad y Tuinucú, además de garantizar algunos fletes.
Más allá de las crónicas limitaciones de piezas, agregados y baterías, las preocupaciones fundamentales de los directivos del sector se centran ahora en el mal estado de algunas vías y el modo en que el marabú ha venido cerrando otras, por ambos lados, con el consiguiente daño para pintura y carrocería, además del peligro por estrechamiento.
El impacto del servicio trasciende la movilidad urbana. La provincia asegura, con sus medios, el traslado de estudiantes hacia la Universidad Central Marta Abreu, en Santa Clara, alumnos de otras enseñanzas, así como la transportación de médicos y especialistas de la Salud que, desde municipios, apoyan sensibles servicios en el Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos.
Este esfuerzo colectivo explica por qué el transporte no figura entre las principales insatisfacciones o quejas de la población durante los procesos de rendición de cuenta del delegado a sus electores. Para entenderlo, basta pulsar, por un rato, el ritmo y el modo en que late la ciudad.