Lo que para muchos son desechos inservibles, para la Empresa de Recuperación de Materias Primas (ERMP) de Cienfuegos representa el eslabón inicial de una cadena de valor con impacto directo en la economía, la salud y el medio ambiente.
Esta filosofía sustenta la esencia del trabajo de una entidad que, con una estructura definida y un equipo comprometido, demuestra que en el reciclaje reside una parte crucial del futuro económico y sostenible del país.
La ERMP, perteneciente al Grupo Empresarial de Reciclaje, ha desplegado una estrategia integral de recolección que abarca todo el territorio sureño. Cada municipio cuenta con su propia Unidad Empresarial de Base (UEB) de Recuperación, complementada en el municipio cabecera por cuatro casas de compra que facilitan el acceso de la población.
La entidad realiza la recuperación de materiales desde tres frentes principales: el sector residencial, el estatal y los nuevos actores económicos. Rafael Cepero Guerra, director de Operaciones, detalla el mecanismo: “La población puede presentarse directamente en sus casas de compra”, y añade que “también mueven la recuperación a los consejos populares, mediante el proyecto Recicla mi Barrio, el cual funciona a nivel de país”.
Los pagos se realizan en efectivo o por transferencia bancaria, siendo esta última modalidad la que otorga bonificaciones variables según el tipo de material entregado.
En la actualidad, el aluminio, proveniente principalmente de latas de cerveza y refresco, es el material más aportado por los cienfuegueros. “Recibimos entre 30 y 35 toneladas de latas al mes”, enfatiza Cepero Guerra. Otros materiales de alta recuperación incluyen vidrio, cobre, bronce, acero inoxidable, papel y cartón.
El corazón industrial del proceso
Una vez recuperados, los materiales son trasladados a la UEB de Procesamiento y Venta, ubicada en la zona de Cantarrana. Allí, son tratados y acondicionados para su comercialización final.
Camilo González Ojeda, jefe de la Brigada de Procesos No Ferrosos en esa UEB y con una vida dedicada al sector, resume la labor con un sentido de orgullo y deber cumplido. Para él y su equipo, se trata de un “trabajo difícil, pero que se disfruta, sabedores de que con esa obra ayudan a Cuba, algo en extremo gratificante”.
En la misma línea, Dany Cabrera Dueñas, jefe de la Brigada de Procesos No Metálicos, admite los desafíos cotidianos. “El prensado de papel bajo el calor de la tarde es duro, y que la falta de personal a veces complica la jornada”. Sin embargo, su mirada encuentra un profundo valor en la tarea. Sostiene que una cosa que para algunos no sirve, aquí se vuelve a reutilizar. “Por ejemplo, esas botellas de cristal, que podemos ver botadas dondequiera, acá son limpiadas y la fábrica de ron, luego de comprarlas, vuelve a darles uso”.
El plástico recuperado tiene un destino específico: la UEB Planta de Plástico, radicada en el barrio O’Bourke.
Yordany Suárez Sosa, su director, explicó que en esta instalación se le da un valor agregado decisivo a la materia prima para su reutilización en la economía nacional.
Entre las producciones alternativas de la planta destacan mangueras y, en cooperación con mipymes, vasos y platos. También iniciaron un proyecto para crear madera plástica, que admite muchos tipos de ese material y tiene gran potencial.
El trabajo en esta planta se sostiene gracias a un colectivo estable y experimentado. La pericia de veteranos como Bienvenido Gallardo Maya, con 36 años de experiencia y recontratado tras su jubilación, y la de Jesús Machado Sánchez, garantiza la eficiencia en cada uno de los procesos productivos.
Más allá de los aproximadamente 23 millones de pesos mensuales que reporta a la economía, la ERMP genera beneficios ambientales y de salud de un valor incalculable. “Estos materiales que recolectamos no terminan en las calles ni en los vertederos”, subraya Cepero Guerra. Esta acción evita la degradación ambiental y contribuye al saneamiento de barrios, hogares y empresas.
Este saneamiento tiene un correlato directo en la salud pública. “La acumulación de desechos reciclables a menudo crea focos para mosquitos y roedores. Al recuperar estos materiales, eliminamos criaderos y prevenimos enfermedades”, puntualizó el directivo.
La misión de la empresa también se proyecta hacia el futuro a través de la formación. Mediante círculos de interés y el proyecto ”Recuperadores del Futuro”, trabajan con pioneros y estudiantes de todos los niveles para fomentar una cultura del reciclaje. “Esta práctica es muy necesaria. Producir cartón con material reciclado, por ejemplo, evita la tala de árboles”, argumenta el entrevistado.
El camino de la recuperación no está exento de obstáculos. La principal dificultad actual es la disminución en la generación de desechos recuperables, un efecto colateral de la situación económica del país. A este problema estructural se suman los frecuentes apagones, que afectan directamente los procesos industriales.
“La falta de fluido eléctrico representa una amenaza. Nuestras acciones de prensado y molienda dependen de la energía”, admite Cepero Guerra. La respuesta de la empresa ha sido la creatividad operativa y el compromiso de sus trabajadores. Han creado brigadas nocturnas que se activan inmediatamente después de restablecerse el servicio, para aprovechar cada minuto de electricidad. “Tenemos a un miembro del consejo de dirección de guardia cada noche, listo para movilizar al personal”, enfatiza el funcionario.
Otro reto persistente es la falta de una cultura de reciclaje en un segmento de la población y en algunas entidades. Si bien la Ley 1288, de 1975, obliga al sector estatal a entregar sus desechos reciclables, y la ERMP mantiene un vínculo contractual con cada generador, la disciplina no siempre es la óptima.
A pesar de este entorno adverso, la empresa ha logrado cumplir sistemáticamente sus planes anuales. El llamado final de sus directivos es a la conciencia colectiva. “Exhortamos a la población a que colabore aún más. Antes de botar algo a la basura, es mejor recuperarlo y reincorporarlo. El aporte que hacemos al país, al medio ambiente, y a la salud de todos es inmenso”, concluye Cepero Guerra.