Al dios Crono no le importó que al cacao lo apoden “el alimento para los dioses”. Ni corto ni perezoso degradó la calidad de un producto almacenado por demasiado tiempo, lamentablemente.
Aun así, la Empresa Agroforestal y del Coco, a cargo del cultivo en Baracoa, encontró un modo de extraerle casi el doble de ganancia a 101 toneladas de la materia prima.
Néiser Machado Matos, administrador de una de esas pequeñas empresas (¿ex?) cacaoteras surgidas aquí, localizada en Paso de Cuba, dice que a ellos les vendieron cacao porque a la entidad estatal “se le echaba a perder en los almacenes, y no tenía quién se lo comprara”.
Sobre lo que se dice al respecto, hay algo confuso. De un lado: “pagué a precio doble el producto”, se duele el comprador; pero algo en la afirmación hace dudar sobre si todo fue realmente desventajoso en ese negocio.
Igual, la otra parte se contradice al alegar, primero, que por decisión “de arriba” y en favor de la fábrica no exportó la materia prima. Después, que –en contra de la misma industria, y en interés de quién– optó por la venta a compradores privados locales.
Ogli Pérez Pérez, director económico de la Agroforestal y del Coco, confirmó que, pese a haber perdido el cacao ciertos atributos en su prolongada espera, las mipymes lo adquirieron a 100 000 pesos la tonelada; casi el doble de los 55 000 pesos que, aparte de un componente en MLC, pagaba la estatal Derivados del Cacao por cada tonelada de materia prima del producto de calidad que le suministraba la empresa agrícola.
En resumen: importantes volúmenes de cacao comprado, procesado y comercializado por mipymes de Baracoa en los dos últimos años, pasaron antes por depósitos de la empresa estatal rectora de ese cultivo en La Primada de Cuba.
Todo en regla, claro. El cliente, actor económico nuevo y debidamente instituido, tenía contrato con el suministrador, condición que le abrió paso a la compraventa legal.
Gracias a ella, parte de la retenida materia prima traspasó una puerta no principal. A costo elevado –que nos hace suponer alguna “generosidad” calculada–, acabó en manos hábiles que, tras procesarla, la pusieron en rutas de intermediarios.
Así la “bola” de la inflación, mientras rodaba, crecía, dejándoles ganancias multiplicadas a sus gestores, a la par de que –“magia” de los precios– descargaba sobre los consumidores el golpe final y más fuerte.
Bien aprovechada por seis recién nacidas mipymes, la operación le dejó más de 10 000 000 de pesos de ganancia a la Agroforestal y del Coco, vendedora estatal del producto. ¡Vaya “generosidad” de esos precios que encubren déficits productivos y comercialización a destiempo!
Al fin… despúes del letargo
“A raíz de inconformidades planteadas por la industria de Derivados del Cacao –explica Mayelín Frómeta Alayo, intendente de Baracoa–, después de un análisis, a la Agroforestal y del Coco se le dejó claro que no debía continuar vendiéndoles cacao a las mipymes. Paramos ese proceso; sabíamos lo que representaba.
“También a la dirección de Trabajo en el municipio –añade Frómeta Alayo– le dijimos que no era factible que los trabajadores por cuenta propia elaboraran derivados del cacao, y que debíamos evitar el comercio ilegal”.
¿Acaso será esta una manera tardía de intentar romper una cadena de consecuencias que parten de razones injustificables y económicamente reprochables: una inversión demorada y una gran cantidad de materia prima paralizada y en depreciación?
¿Son las mipymes las responsables primarias del problema actual, más cuando fueron legalmente concebidas y su objeto debidamente aprobado?
Lo inexplicable e irracional empieza desde mucho antes, con la inercia empresarial de permitir que el cacao se deteriorara, que envejeciera y se hipotecara, que perdiera propiedades para ser exportado a tiempo cuando su valor escalaba en el mercado internacional… Todo eso pudo haberse evitado y no se hizo, ¿por qué?
“La voluntad de encontrarle solución a un problema, sin pensar lo que más adelante podía pasar”, admite el ingeniero Raúl Matos Pérez, director de la empresa responsable de la producción del cacao baracoense.
Dice que los trabajos para la actualización tecnológica de la fábrica, previstos para ejecutar en seis meses, “se extendieron demasiado tiempo (por esa razón) hubo materia prima que estuvo casi ocho años en almacenes”. Inconcebible e imperdonable.
Por solo hablar de una salida posible a esa situación, a los precios mundiales del producto en 2023, las mismas 101 toneladas de cacao vendidas a las mipymes, de haber sido exportadas, habrían tributado al país algo más de un millón de dólares. Sin embargo, ¿es acaso un desatino vender a actores locales que procesen allí mismo y reproduzcan, en valores agregados, la materia prima que se cosecha en el propio territorio? Claro que no.
No obstante, caben otras preguntas: ¿realmente esta “movida” local aportó beneficios económicos a Baracoa; se captó allí ese supuesto valor agregado que se creó allí; generó impacto real ese aparente ciclo completo de producción?
Si no fuera así, entonces no habría sido, tampoco, una buena salida la venta mayorista de todo el cacao; como no va siendo bueno, igualmente, el fenómeno que se está gestando en los propios cacaotales.
“Efecto dominó”
En medio de la larga espera del cacao cosechado, fue cuando irrumpieron en el país las mipymes, como nuevos actores económicos.
En opinión de Raúl Matos, con la referida aprobación, en Baracoa se “desató un efecto dominó entre un grupo de cacaoteros a los cuales aún no se les había pagado todo lo que debía pagársele por sus producciones”, incluso una parte en MLC, de cosechas anteriores.
Entonces, argumenta, un segmento privado que se dedica a procesar cacao en cantidades pequeñas, comenzó a proponer pagos tentadores por la materia prima, y a competir, peligrosamente, con lo que paga la empresa. Por supuesto, las entregas al Estado empezaron a mermar.
Unos cuantos labriegos, al margen de sus compromisos de suministrarle cacao a la Agroforestal y del Coco, solapadamente empezaron a poner una parte de su cacao en manos privadas.
A esas alturas ya no se trataba solo de la materia prima con años de espera; a los privados que elaboran productos derivados comenzó a entrarles un cacao acabadito de cosechar, pero salido de las plantaciones por una puerta trasera.
Con la reacción en cadena, el extravío se ha trasladado al cacaotal, para iniciar una travesía clandestina y dañina para la economía local.
(Tomado de Granma)