Aranceles estadounidenses impulsan las conversaciones comerciales entre Canadá y el Mercosur

En un contexto geoeconómico marcado por un creciente proteccionismo, Canadá y el bloque Mercosur (integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) han establecido el ambicioso objetivo de concluir un tratado de libre comercio antes de que finalice el año 2026.

Este impulso negociador surge como una respuesta directa a las políticas comerciales más agresivas de los Estados Unidos, las cuales están incentivando a otras naciones a buscar y profundizar alianzas comerciales alternativas y a diversificar sus mercados.

Las negociaciones, que fueron formalmente reanudadas el pasado octubre, se desarrollan sobre el telón de fondo de aranceles agresivos aplicados desde Washington —medidas que han impactado directamente a socios como Canadá y Brasil—.

Esta reanudación reactivó un proceso que comenzó en 2018, cuando Canadá, en particular, enfrentaba turbulencias comerciales similares durante la primera administración de Donald Trump. Aquel primer ciclo de conversaciones quedó suspendido tres años después, en medio de la pandemia de Covid-19, y hoy busca alcanzar una conclusión exitosa.

El ministro de Comercio Internacional de Canadá, Maninder Sidhu, quien viajó a Brasilia en agosto para un encuentro preparatorio, expresó el compromiso activo de las partes, afirmando: “Junto con nuestros socios, estamos trabajando activamente para concluir estas negociaciones dentro del próximo año”.

Esta meta temporal ha sido corroborada por otras fuentes oficiales de los países involucrados, según confirmaron dos funcionarios a cargo de las conversaciones en diálogo con el Financial Times.

El escenario que motiva a Canadá es tangible: la nación norteamericana ha sido alcanzada por duros aranceles estadounidenses en industrias críticas y altamente integradas a ambos lados de la frontera, como la madera blanda, el acero, el aluminio y el sector automotor.

Paralelamente, EE.UU. impuso en 2025 un impuesto del 50% a las importaciones desde Brasil, aunque posteriormente eliminó los gravámenes sobre varios productos alimenticios brasileños. Este entorno refuerza la urgencia de Ottawa por asegurar nuevos acuerdos.

El ministro Sidhu añadió, refiriéndose a la necesidad de una aplicación práctica de los pactos: “Tenemos muchos de estos acuerdos que son buenos sobre el papel, pero nuestras empresas no necesariamente están exportando a estas distintas jurisdicciones, a estos distintos mercados, así que necesitamos hacer más en ese sentido”.

No obstante, el camino hacia un acuerdo no está exento de obstáculos. Algunos analistas expresan escepticismo dada la significativa superposición en los perfiles exportadores de ambas economías.

Entre las principales exportaciones del Mercosur se encuentran la soja, el petróleo crudo, el mineral de hierro y la carne vacuna, productos que en muchos casos compiten con los intereses de sectores primarios canadienses.

Barry Appleton, abogado especializado en comercio internacional con sede en Toronto, sostuvo que los canadienses han sido “muy lentos” en aprovechar oportunidades significativas de mercado en América Latina y señaló que “uno de los problemas es que el Mercosur y Canadá compiten por vender muchos de los mismos productos primarios en los mercados globales”.

Técnicamente, las conversaciones avanzan con el objetivo de establecer arancel cero para la mayoría de los bienes, según una persona directamente involucrada en las discusiones. Desde la reunión entre los negociadores jefe en octubre, grupos de trabajo técnicos abordan temas específicos, incluidos aranceles, pequeñas y medianas empresas y medidas antidumping.

“Hay una videoconferencia casi todos los días”, dijo el funcionario, que habló bajo condición de anonimato, agregando que se esperan más encuentros presenciales a comienzos de 2026. Otro funcionario involucrado subrayó la prioridad de lograr un resultado práctico: “La prioridad es lograr algo viable rápidamente. No tiene que ser un acuerdo que abarque absolutamente todo”.

Este proceso se desarrolla en paralelo a las complejas negociaciones que el Mercosur mantiene con la Unión Europea, cuyo largamente esperado acuerdo de libre comercio debía haberse finalizado en diciembre, pero volvió a retrasarse tras las protestas de agricultores europeos.

Bruselas indicó que espera firmarlo en enero, un recordatorio de los desafíos políticos internos que suelen rodean este tipo de acuerdos comerciales de gran envergadura.

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