El secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick, advirtió este domingo a Canadá que, de no facilitar el acceso de productos estadounidenses a su mercado, enfrentará aranceles más elevados a partir del 1 de agosto.
En esa fecha entraría en vigor el gravamen del 35% anunciado previamente por el presidente Donald Trump contra el país vecino.
“Canadá no está abierto a nosotros. Necesitan abrir su mercado. A menos que estén dispuestos a hacerlo, pagarán un arancel”, declaró Lutnick en una entrevista con la cadena CBS, reiterando la postura de la administración estadounidense.
Estas declaraciones se producen casi una semana después de que Trump renovara su amenaza a Ottawa de imponer aranceles que califica como “recíprocos” en agosto. Según fuentes cercanas a las negociaciones, la Administración estaría evaluando excepciones para los bienes canadienses sujetos al acuerdo de comercio trilateral T-MEC, que también incluye a México.
La tensión se incrementó tras la decisión del republicano de imponer aranceles del 50% al acero y el aluminio canadienses, una medida que el gobierno norteño tildó de “injustificada” y ante la cual anunció que consideraba tomar represalias.
Inicialmente, el gobierno del primer ministro canadiense Mark Carney estableció como plazo límite el 21 de julio para anunciar una respuesta contundente si no se lograban avances en el diálogo con sus contrapartes estadounidenses. Sin embargo, este plazo fue posteriormente aplazado hasta agosto, poco después de que Canadá recibiera la comunicación formal de Trump detallando la amenaza del gravamen del 35%.
Carney, defendiendo la postura canadiense, escribió el pasado 11 de julio en su cuenta de X: “A lo largo de las actuales negociaciones comerciales con EE.UU, el Gobierno canadiense ha defendido firmemente a nuestros trabajadores y empresas. Seguiremos haciéndolo mientras trabajamos hacia la fecha límite revisada del 1 de agosto”.
Lutnick, por su parte, justificó este domingo la política de aumento de aranceles argumentando que el presidente Trump busca restaurar un equilibrio comercial que considera profundamente desajustado a favor de otros países.
“¿Por qué deberíamos tener nuestro país tan abierto mientras el suyo está cerrado?”, cuestionó el secretario de Comercio. Ampliando su visión económica, Lutnick añadió: “Este es un error de 80 años que el presidente Trump intenta corregir, y nuestras empresas lo disfrutarán muchísimo. Creo que el presidente abrirá entre 300 000 y 400 000 millones de dólares en oportunidades para los estadounidenses. Eso representa un crecimiento del PIB de hasta un 1.5%”.
Esta escalada se enmarca en la recrudecida guerra arancelaria que Trump ha impulsado desde su regreso al poder hace seis meses.
Su estrategia ha consistido en imponer aranceles globales iniciales seguidos de amenazas de nuevos impuestos específicos si no se alcanzan acuerdos bilaterales favorables a EE.UU.
Una pausa negociadora, que originalmente expiraba el 9 de julio, fue extendida hasta el 1 de agosto. Durante este periodo de gracia, EE.UU. solo logró cerrar acuerdos comerciales con el Reino Unido, Vietnam, Indonesia y China.
Ante la falta de más pactos, la administración Trump procedió a enviar cartas notificando aranceles de entre el 20% y el 50% a decenas de naciones. Las conversaciones con la Unión Europea permanecen activas, aunque Trump ha insistido en que el gravamen del 30% anunciado contra Bruselas es inminente y no está sujeto a negociación.