Venezuela fija 2027 para su primera exportación de gas mediante alianza con Trinidad y Shell

Venezuela proyecta exportar su primera molécula de gas natural en 2027, un hito estratégico para su recuperación energética anunciado por la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez durante el Foro de Países Exportadores de Gas.

La iniciativa, basada en el Campo Dragón (Golfo de Paria, estado Sucre), forma parte de un consorcio entre PDVSA, The National Gas Company of Trinidad and Tobago (NGC) y Shell Venezuela, dirigiendo inicialmente el gas a Trinidad y Tobago para su procesamiento y reexportación a Europa.

Rodríguez enfatizó que este avance ocurre a pesar de las sanciones, destacando la reactivación petrolera y el despliegue del potencial gasístico venezolano, cuyas reservas certificadas alcanzan los 200.3 billones de pies cúbicos normales (MMMPCN), situando al país como la octava reserva global.

El Campo Dragón, integrado al complejo Mariscal Sucre —que incluye Mejillones, Patao y Río Caribe con 14.3 billones de pies cúbicos—, iniciará operaciones con 150 millones de pies cúbicos diarios, duplicables a 300 millones.

El proyecto requerirá un gasoducto submarino de 17 kilómetros hacia instalaciones trinitenses, operado por Shell. Esta alianza surge mientras Trinidad y Tobago enfrenta una severa crisis gasística que mantiene inactivos dos tercios de sus plantas de licuefacción, impulsándola a buscar la licencia especial de la OFAC estadounidense para operar en Venezuela pese al bloqueo.

Sin embargo, el acuerdo publicado en la Gaceta Oficial venezolana establece que Venezuela recibirá “no menos del 45% de los ingresos brutos”, más regalías del 20% sobre el gas seco y 30% por hidrocarburos pesados asociados, en un marco donde ambas naciones compiten en petroquímica.

Más allá de los ingresos, el proyecto tiene implicaciones domésticas críticas. Como señaló Misión Verdad, “la producción nacional de gas permitirá a Venezuela superar el desabastecimiento doméstico y fortalecer el sistema eléctrico nacional”, reduciendo la dependencia de importaciones restringidas por sanciones.

Su concreción en 2027 marcaría un giro en la vulnerabilidad energética venezolana, posicionándola en el mercado global de gas mientras impulsa un modelo de integración regional multipolar.

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