Juan Miguel Martínez, jefe de brigada de la línea de procesamiento de cacao, nos lleva al principio: ahí donde la génesis de lo que es una de las golosinas más consumidas en el mundo no se parece a nada, y es solo una semilla marrona y hosca en sacos enormes que un trío de operarios esparce, con cuidado, sobre una rejilla.
Estamos en la línea 1 de la Empresa de Derivados del Cacao, en la localidad de Mabujabo, Baracoa, donde se transforma el grano para obtener manteca, cocoa micropulverizada y licor de cacao: los productos que, a su vez, alimentan la segunda línea de la fábrica, de moldeo de tabletas y bombones industriales.
Lo que sigue, nos explica, es un proceso que se realiza por medio de tuberías entre máquinas todavía relucientes, tras un proceso inversionista que duró varios años, con pandemia por coronavirus de intermedio: en una se desprenden las impurezas, incluido un desbacterizador, luego el tueste, dos molidas, el prensado, la distribución…
Por un lado, hay un receptáculo para el licor de cacao, que puede prensarse o ir directo a las líneas de bombones, y otro -casi en hervores- para la manteca; mientras el polvo de cacao “viaja”, también invisible al visitante, hacia otro departamento, donde se envasa en bolsas de diferentes formatos.
“Todo esto, antes -nos dice el hombre, y se refiere a la fábrica que era antes de la inversión millonaria que le cambió rostro y entrañas a la vetusta industria inaugurada por el Che Guevara en 1963- era muy diferente, con menos calidad, y más duro para los trabajadores”.
Y él, con sus casi 30 años de experiencia que le permitieron “vivir” todas las épocas, el antes de equipos obsoletos y el ahora de modernidad, bien sabe de lo que habla.
Lo que brilla…
Contrario al famoso refrán, en la moderna fábrica de la comunidad de Mabujabo, sí es oro lo que brilla. “Hoy es, simplemente, la única industria del país con la tecnología para obtener derivados competitivos de acuerdo con los estándares del mercado”, asevera Eblis Sánchez Gaínza, su director general.
Los procesos, continúa el experimentado empresario, se realizan de manera automática, tienen una capacidad instalada para moler una tonelada (t) por hora, lo que supera varias veces la precedente, y una calidad que permite sustituir importaciones y, en el mercado internacional, les gana primas -pagos extras- por la excepcionalidad de sus productos.
Pero, igual, a la chocolatera baracoana le falta camino por recorrer -y crecer- desde que empezara a moler, en los meses finales del 2023, tras una inversión costosa y demorada, en buena medida, por las restricciones de la COVID-19.
Marzo, de hecho, marcó el primer cumplimiento del plan de producción de este año para la fábrica que, con materia prima suficiente gracias a todo el grano que acopiaron mientras se ejecutaba la inversión, se enfrentó a apagones, dificultades con el combustible y una rotura que paralizó la línea de procesamiento y, por tanto, todo el proceso fabril.
Para el primer trimestre, precisa, se produjeron 240 toneladas (t), entre manteca, cocoa micropulverizada, tabletas y bombones y mezclas, que superan las 229 t del mismo periodo del año anterior, pero queda por debajo de sus compromisos, si tenemos en cuenta que el plan mensual oscila entre 120 y 150 t.
Tienen, en total, 16 productos en cartera, la mayoría mezclas como el Desayuno de Chocolate, la mezcla para repostería y la natilla, que obtienen gracias a encadenamientos con nuevas formas de gestión no estatal para obtener extensores como maicena, azúcar y sabores.
La exportación, que hasta ahora se realiza por medio de la empresa Estela S.A., y que el año pasado fue baja, ya se recupera, con un plan de mensual de dos contenedores (50 t) de manteca de cacao de los cuales, en mayo, ya se exportó uno y se prepara un segundo.
En ese sentido, abundo Sánchez Gaínza, se trabaja en productos emergentes como la tableta de chocolate fundente para el mercado americano, a raíz de intenciones declaradas durante la Feria Internacional de la Habana.
La presencia en el mercado nacional, todavía lejos de satisfacer las demandas, se garantiza por medio del Ministerio de Comercio Interior, en moneda nacional en algunos comercios sobre todo en Baracoa y Maisí, y en la ciudad de Guantánamo, sobre todo en la Feria Agroindustrial.
El impacto de la fábrica de Baracoa en el consumo de chocolate a nivel nacional, empero, va más allá. “Abastecemos el programa de chocolatería de todo el país, y como tal vendemos a industrias de La Habana, Camagüey, Santiago de Cuba, y a la Empresa Confitera y Derivados de la Harina, que abastece también otros mercados”.
También, desde hace algún tiempo, los productos de chocolatería hechos en Baracoa, específicamente las tabletas de chocolate fundente y con leche, se comercializan en las tiendas en USD, una presencia que debe consolidarse y sumar, a mediano plazo, algunas mezclas.
Y todo lo anterior, recalca, sobre la base de la calidad que se certifica en las áreas del laboratorio, donde media docena de analistas ordenados en dos áreas de análisis: microbiológico y químico, físico y sensorial controlan todos los procesos, desde la materia prima hasta el producto final.

“La calidad de los productos ha crecido sustancialmente gracias al cambio tecnológico. El desbacterizador casi al principio de la línea de procesamiento, por ejemplo, es un salto importante pues el cacao suele ‘guardar’ impurezas que ahora se eliminan totalmente”, argumenta Carlos Bernot Nicles, técnico integral en alimentos, con cuatro décadas de experiencia en el laboratorio.
“También, abunda, hay cambios positivos en las partículas de la cocoa micropulverizada, que son sustancialmente más pequeñas, como pide el mercado gracias a dos procesos de molienda eficiente”.
Reto en bandeja
Es, básicamente, una empresa en crecimiento con retos planteados, incluso, antes de que moliera el primer grano: una capacidad instalada que supera, con creces, la capacidad productiva en los campos, y una situación energética sumamente compleja.
Al cierre de marzo, por ejemplo, se habían recibido del campo solo el 37,5 por ciento del grano planificado, una cifra que responde en parte a los embates del huracán Oscar, que además atrasó el pico de primavera de este año, para julio y agosto.
Para sortear lo primero, retoma la palabra el director general de la fábrica, se trabaja en crear relaciones más allá de los campos que normalmente proveen la mazorca: Baracoa y Maisí, de donde sale más del 70 por ciento del cacao de Cuba, Yateras, San Antonio del Sur, y algunas localidades de Holguín y Granma.
“Se buscan variantes para incrementar la atención a los productores y relacionarnos con otras provincias donde se produce el cacao, pero sin cultura de procesamiento, y nos enrolamos en un proyecto con la empresa Aldaba de Trinidad, que busca fomentar el cultivo en tierras espirituanas.
Del campo, advierte, “se comprará todo, incluso el cacao fuera de norma, con la idea de aprovecharlo para las producciones que lo admitan y así poder incrementar las ofertas”.
Ante la situación energética, por su parte, adoptaron turnos de trabajo rotativo de 12 horas, que inician a las siete de la mañana, con la idea de evitar el horario pico de la noche y ya está en proceso de preparación un proyecto para instalar paneles solares con capacidad para suplir al menos el 25 por ciento del consumo de la fábrica e inyectar energía al sistema, cuando sea posible.
Proyecciones que suenan bien, y saben mejor…
(Tomado de Venceremos)