Primero fueron intensas paradas antes y después de la pandemia hasta que, a mediados del 2022, los hornos de la Empresa de Cemento Siguaney se resistieron al remiendo, a tomar prestado de otras industrias y dejaron a un lado la quema. Después llegó una parada en seco que duró hasta finales de año, cuando se reinició la producción, algo que fue posible por las importaciones de ladrillos refractarios para la reparación del horno, junto a una disminución del déficit energético.
“Se logró que el ladrillo básico (importado) y el no básico (se fabrica en el país) entraran al mismo tiempo y eso ha permitido que en enero y febrero se cumplieran los planes, que tampoco son como en etapas anteriores. Lo programado para el 2023 son 50 000 toneladas de cemento, 46 000 de gris y 4 000 de blanco; en total, unas 45 000 toneladas menos de lo que se produjo en el 2020 y 20 000 por debajo del 2021”, asegura Saúl Rodríguez Pérez, director técnico de la empresa y una de las voces autorizadas en materia de cemento en Cuba.
Soberanía productiva y alimentaria
Como fueron las cosas en el 2022, solo se pudieron fabricar unas 26 toneladas del producto, pero a un ritmo productivo tan inestable que obligó a la industria espirituana a repensar su modo de hacer.
“Tenemos dificultades con la asignación de combustible y a veces paramos por dificultades con los recursos energéticos y falta de accesorios, pero, aun con esas amenazas, tenemos todas las condiciones para lograr producciones mayores que las planificadas en aras de cumplir con los principales destinos: el Ministerio de la Construcción (Micons), que es el principal consumidor, la vivienda, el turismo y la venta a la población. La perspectiva es otra en comparación con el año precedente”, explicó el especialista.
Al mismo tiempo que sus trabajadores intentan recuperar su producto líder, están inmersos en nuevas ideas y proyectos que conducen a adelantos tecnológicos y mejoras en la calidad de vida de los trabajadores, todo con el objetivo de lograr la independencia productiva y también alimentaria de la entidad.
“De momento se comenzará a fabricar un nuevo cemento para el revestimiento de pozos de petróleo y para ello existen dos clientes fundamentales: la Empresa Perforación y Reparación de Pozos de Petróleo y Gas (Empercap) y la Melbana, con pedidos de unas 300 toneladas cada una de ellas, junto a producciones de encargo estatal de los tipos PP-25 y P-35. De igual modo, mantenemos el consumo de los desechos que generan otras producciones que se destruyen en la fabricación de cemento con un probado beneficio energético para la fábrica y el medio ambiente.
“Con la parada del pasado año no nos quedamos de brazos cruzados y, en aras de buscar una solución financiera con la producción de materiales alternativos, construimos una ponedora de bloques, con lo cual dio comienzo esa línea de producción, a la que se suman las losas hexagonales, se crearon las condiciones para hacer balaustres y se trabaja en la producción de otros tipos de materiales que no llevan acero, entre ellos, los adocretos y losas de piso”, detalló Saúl.
Los propios trabajadores comentan que no tienen que ir muy lejos para buscar el árido, porque está en la cantera de la fábrica que cuenta, además, con su propio molino para llevarlo a las granulometrías necesarias, algo que ha hecho posible la fabricación de más de 5 000 bloques y losas hexagonales y 1 165 toneladas de morteros para estuques.
Más allá del cemento
Las ideas de los cementeros espirituanos van más allá para introducirse en el campo de la energía fotovoltaica con la puesta en marcha en este primer semestre del año de una planta solar de 10 kilowatts que dará energía a la casa de capacitación o la entregará a la industria cuando esta no la consuma.
“En un segundo momento —señaló el ingeniero— se prevé la construcción de un miniparque solar fotovoltaico en el autoconsumo de la empresa y se hacen estudios para uno de mayor capacidad que sirva de una considerable fuente de energía a la industria”.
Lograr la soberanía alimentaria y mejorar la calidad de vida de los trabajadores también está en los planes de una empresa donde el 80% de la proteína que se consume es de producción propia desde un autoconsumo que, además de cultivos varios, incrementa la crianza avícola y de ganado menor.
Técnicos, especialistas y directivos coinciden en que la producción de cemento todavía está muy lejos de las tiendas de comercio y del alcance de quienes pretenden construir y también muy alejada de las 600 000 toneladas de cemento para la que fue diseñada.
Con el mismo optimismo esperan que un día sea tangible la construcción una nueva fábrica con capital chino al lado de la actual Siguaney, un sueño de otra época que no llegó a materializarse porque se priorizaron otras donde hay más demanda.
Igualmente aspiran a sobrepasar lo planificado para un año en el que se avizora una producción estable, y en la misma medida apuestan por una diversificación que aporte a la construcción de viviendas y garantice, además, las entregas a los destinos priorizados del país.
(Tomado de Escambray)