El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, defendió este lunes con firmeza la estructura de costos y los precios de las entradas para la próxima Copa Mundial de la FIFA 2026, al argumentar que la avalancha de solicitudes sin precedentes recibidas confirma, de manera contundente, el impacto global masivo del torneo y valida la estrategia comercial adoptada por el organismo rector del fútbol mundial.
Durante su intervención en la Cumbre Mundial del Deporte, celebrada en Dubái, el dirigente explicó que la fase inicial de venta de boletos para el megaevento que organizarán de manera conjunta Estados Unidos, Canadá y México ha superado todas las previsiones y modelos iniciales de la organización, pese a las críticas surgidas en diversos sectores de la afición por el encarecimiento significativo de los precios respecto a ediciones anteriores del campeonato.
Según los datos ofrecidos por Infantino, en apenas dos semanas desde la apertura del periodo de solicitudes, se registraron alrededor de 150 millones de peticiones para un inventario total estimado de unos seis o siete millones de boletos disponibles, una cifra desbordante que —dijo— ilustra la magnitud y la expectación única generada por el evento.
Para contextualizar la dimensión histórica de la demanda, el presidente de la FIFA aportó una comparativa elocuente: “En casi cien años de historia, la FIFA ha vendido 44 millones de entradas en total. En quince días podríamos haber llenado 300 Mundiales”.
Frente al malestar expresado por segmentos de aficionados, especialmente por los costos asociados a las ciudades sede más importantes, el presidente del máximo organismo del fútbol recordó que, como medida de contrapeso, se habilitó una categoría especial de entradas con precios accesibles desde 60 dólares, con el objetivo declarado de ampliar el acceso democrático al espectáculo, prioridad dirigida especialmente para los seguidores de las selecciones nacionales clasificadas.
En el desglose geográfico de la demanda proporcionado por la entidad, Estados Unidos encabeza de manera abrumadora la lista de países con mayor número de solicitudes, un dato previsible dada su condición de anfitrión principal, seguido a considerable distancia por potencias futbolísticas tradicionales como Alemania y el Reino Unido.
Infantino subrayó, como argumento central para justificar el modelo económico del evento, que los ingresos generados por el torneo —del cual la venta de entradas es un pilar fundamental— se redistribuyen íntegramente en programas de desarrollo para el fútbol base y profesional en todas las confederaciones alrededor del planeta.
Concluyendo su intervención con un mensaje destinado a contrarrestar las críticas, el dirigente enfatizó el rol vital de estos recursos: “Sin esos recursos, el fútbol no existiría en más de 150 países. El Mundial no solo es un espectáculo, es el motor que sostiene al juego en todo el mundo”, concluyó, reforzando así la narrativa oficial que presenta el evento no como un fin comercial en sí mismo, sino como la principal fuente de financiación del ecosistema global de este deporte.
