Con el objetivo estratégico de consolidar la recuperación del movimiento popular arrocero y fortalecer la soberanía alimentaria, el Consejo de la Administración Municipal en Taguasco ha diseñado un plan integral que proyecta para el año 2026 la siembra de 785 hectáreas del valioso grano.
Esta ambiciosa meta, según informó Granma, representa un incremento de 220 hectáreas respecto a la superficie lograda en el presente calendario agrícola, un crecimiento significativo que evidencia la prioridad conferida a este renglón.
No obstante, el órgano de gobierno local realiza una evaluación crítica y considera que estas cifras, aunque alentadoras, se mantienen por debajo de los reales potenciales productivos de este territorio.
La geografía agrícola taguasquense cuenta con capacidades de riego suficientes y una infraestructura hidráulica que lo habilita, incluyendo la existencia de cuatro conductoras donde, en la actualidad, los sembrados de arroz resultan escasos, lo que denota un espacio subutilizado listo para ser incorporado a la producción.
La estrategia concebida no se limita a la expansión del área, sino que se dirige de manera particular a potenciar con recursos y apoyo a 10 altos productores, con el destino fundamental de contribuir al balance alimentario local. Este fortalecimiento diferenciado posibilitaría elevar los rendimientos agrícolas de manera tangible, sirviendo como polo de arrastre para el resto del sector.
Según directivos del gobierno taguasquense, se precisa superar ahora las 30 hectáreas que tienen seleccionadas para contratar en la actual campaña invernal, cuando en primavera se han fijado 755, pues del incremento de las áreas dependerán los precios de alimentos todavía inaccesibles para una buena parte de la población con bajos ingresos, cuando además se ha tenido que vivir la inestabilidad en las entregas de la canasta familiar normada.
El programa, en su conjunto, afronta el desafío de la demanda insatisfecha. De acuerdo con la evaluación, el programa arrocero en Taguasco para el 2026 solo satisface el 83% de la demanda calculada, una brecha que impone la necesidad de integrar a los ciclos de siembra a un mayor número de empresas estatales y productores individuales, convocando a todos los actores económicos en un esfuerzo colectivo por alcanzar la autosuficiencia y estabilidad en este alimento básico.













