Si la luz alumbra, ¡pa´lante!

Los habaneros hoy se trasladan en escasas rutas de óm­nibus, en tanto van quedando casi como única opción los porteadores privados y las GAZelle arrendadas.

¿Cómo sostener el transporte urbano en la capital con un coefi­ciente de disponibilidad técnica que no puede garantizar con esta­bilidad ni siquiera las aperturas y cierres de líneas?

La esperanza más inmediata para mitigar la situación se visuali­za en una centena de ómnibus pro­venientes de cinco terminales que, desde los primeros meses del año, reciben acciones de reparación en la Empresa Productora de Ómnibus Evelio Prieto Guillama, en Guana­jay, con partes y piezas donadas por la República Popular China desde julio.

Voluntades y escasas luces

En Caisa, la única ensambladora de ómnibus en Cuba, el ruido ha sido factor común en los 53 años que cumple este 14 de noviembre, por eso entrar y sentir quietud constituye una alarma.

“¡No hay electricidad! Adelan­tamos muy poco. Trabajamos par de horas cada día”, afirma Santo Scull Herrera, mecánico con 38 años en la productora, quien labora en la unidad empresarial de base (UEB) Ómnibus, una de las cinco de Caisa.

“Lo mío son los motores. Vie­nen desarmados y es trabajoso el montaje del plato, el disco, la caja, los mecanismos para los cambios de velocidad y piezas ajustables al calibrar. El motor de arranque es otro de los agregados que monto y en el propio carro instalamos las mangueras y demás partes.

“Estoy detenido porque necesi­to de la grúa mecánica para tras­ladar una pieza hasta el vehículo. Sin fluido eléctrico es imposible.

“Mi experiencia en el arme y desarme de motores me asegura que estos donados por China tie­nen capacidad y fuerza como los anteriores de la marca Yutong. De­ben salir muy buenos”, opina.

Otros 10 obreros rondan la nave de un lado a otro. Uno de ellos, Lá­zaro Onil García Hernández, se impacienta al reconocer que de su avance diario dependen varios pro­cesos. “Llegamos casi a las 7:00 a.m. y no había electricidad”, nos dice al intercambiar con él en un horario también de déficit energético.

“Necesito la grúa para bajar el puente trasero y la ballesta. Ayer cuando más embullado estaba nos quitaron la electricidad de 10:00 a.m. a 3:30 p.m. A las 4:00 salió nuestro transporte obrero”.

Al frente de la UEB encara la situación Lázaro Alberto Galá Ro­que, de 29 años de edad, técnico de nivel medio en Chapistería. “Des­de que me gradué del politécnico ando por estas naves, ahora estu­dio ingeniería, pues mi pasión la­boral la encontré en el ensamblaje de autobuses.

“Han pasado por mis manos vehículos de marcas como Yutong 6118, Diana, Paz, incluso, cinco ómnibus que transformamos en ferrobuses para prestar servicio en las provincias de Artemisa, Cama­güey y Villa Clara.

“Al asumir la línea de los óm­nibus de la capital reorganizamos el taller. El proceso de desarme ha sido bien difícil. Estaban en muy mal estado. Asimismo, se ha di­ficultado el avance por no contar con neumáticos ni siquiera de so­breuso para poder moverlos.

“Debemos, en vez de trasladar el ómnibus por la línea producti­va, llevar a los obreros y el equi­pamiento a usar hasta donde los parqueamos en áreas interiores o exteriores de la empresa”, detalla.

“Somos 27 trabajadores de una plantilla de 46, pero si no fuera por las interrupciones eléctricas dié­ramos lo máximo en las ocho ho­ras de trabajo. Dependemos de ese pago por destajo, porque el salario básico está por debajo de 3 mil pe­sos como promedio”, aclara.

Se acercaban las 11:00 a.m. en la empresa guanajayense y solo se escuchaban el montacarga y las voces de los electricistas, quienes apelaban a la poca luz natural que entraba por la cubierta y las puer­tas de la nave no. 1. No obstante haberla recuperado tras los daños del huracán Rafael hace 12 meses aún se moja.

Foto: Yudaisis Moreno Benítez.

A Yaimí Herrera Chile, con 12 años de sus 30 de edad en la pro­ductora, la encontramos reubicada en esta línea y nos explica.

“Soy especialista en Control de la Calidad en la UEB Taller de Corte y Conformado, pero no tene­mos producción y acepté el cam­bio. Aquí instalo las pizarras de los ómnibus, que incluye el teclado y su funcionamiento, hasta com­pletar la electricidad. He armado inclusive mazos de cables”, reseña con la satisfacción de ser útil.

Espera que desespera

Después de constatar el deterioro de la mayoría de las guaguas ha­baneras parqueadas en las áreas exteriores de Caisa, agrada llegar a la UEB Acabado. Está al termi­narse el primer ómnibus de los 60 rígidos contratados.

Rogelio García Díaz, especia­lista en pintura, con 63 años de edad recién cumplidos y casi su vida entera en esta empresa, reite­ra los comentarios sobre la lentitud del proceso por las constantes in­terrupciones eléctricas.

Sin embargo, el ómnibus 5420 está a una semana de ser entrega­do, pero antes deben hacerle, en el propio Guanajay, la prueba de ca­rretera y la revisión técnica auto­motor (conocida como somatón).
“Lo recibimos después de con­cluir la chapistería, la mecánica, la electricidad y el ajuste de la cris­talería. Aún resta el montaje de al­gunos asientos; los obreros a cargo de eso se trasladarán para trabajar al mismo tiempo que los pintores.

“El piso del carro llevó una pri­mera limpieza y tendrá un enjuague final. Ahora enmasillamos, corregi­mos detalles con la lija y pintamos. Debía tardar unos 12 días, aunque no se ha concretado así”.

También se ha incumplido el acuerdo, hecho en Caisa al recibir el donativo en julio, de concluir los primeros 10 ómnibus en octubre.

Iosvany Frías Álvarez, direc­tor general de la empresa, asevera que trabajan para entregar no me­nos de 20 de los 100 ómnibus antes de concluir el 2025, a pesar de los imprevistos ajenos a la fuerza la­boral. “De eso dependen el salario de los trabajadores y nuestra eco­nomía”, insiste.

Además de este contrato con Transporte Habana, un grupo de obreros de Caisa ensambla y co­mercializa en la propia entidad motos en convenio con Divep, entre otros negocios que mantienen acti­va esta empresa estatal socialista.

Modificar el horario de traba­jo, en convenio con los obreros di­rectos a la producción, pudiera ser una opción para cumplir lo pac­tado, pero tampoco hay garantía de que habrá electricidad en otro momento y no cuentan con la ilu­minación necesaria para trabajar tarde-noche o en condiciones que aseguren el proceso.

¿Y con grupos electrógenos? La incertidumbre se dibujó como pri­mera respuesta. El combustible está escaso hasta para trasladar los gua­cales del donativo hacia la nave no. 1.

Compleja situación que no es ajena a la que viven otras entidades productivas cubanas. Sombras, so­bre todo por la contingencia ener­gética; que no opacan las luces que siguen mostrando la pertenencia de un movimiento obrero capaz de sobreponerse y seguir hacia ade­lante.

(Tomado de Periódico Trabajadores)

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