Un proyecto impulsado por dos instituciones científicas busca acelerar la producción sostenible de alimentos en cinco municipios cubanos, como parte de los esfuerzos nacionales para fortalecer la seguridad alimentaria desde el ámbito local.
La iniciativa, desarrollada por el Instituto de Investigaciones de Ingeniería Agrícola y el Instituto de Suelos, se implementó en los municipios de Artemisa, Bejucal, Guanabacoa, Güines y Madruga, con el propósito de fortalecer la seguridad alimentaria local, precisó la página web del Ministerio de la Agricultura (MINAG).
El programa se estructuró sobre un sistema integral que combinó asistencia técnica, capacitación y gestión del conocimiento para el uso eficiente de sistemas de riego y maquinaria agrícola, lo que permitió elevar la productividad y diversificar las producciones en zonas urbanas y suburbanas, detalló la fuente.
Como parte del programa se suministraron equipos a productores y se realizaron diagnósticos de la situación agrícola en cada territorio, con el fin de diseñar acciones específicas que reforzaran las capacidades de las delegaciones municipales de la agricultura.
En esos municipios se efectuaron eventos de capacitación orientados a garantizar la explotación adecuada de los sistemas de ingeniería agrícola entregados, en correspondencia con la estrategia de asistencia técnica que busca incrementar la producción diversificada de alimentos.
El plan incluyó temas relacionados con el montaje, explotación y mantenimiento de los sistemas instalados, así como la promoción de buenas prácticas agrícolas para enfrentar el cambio climático, en particular el uso racional del agua destinada al riego.
También se impartieron contenidos sobre prácticas socioculturales que favorecen la igualdad de participación de mujeres y hombres en el sector agropecuario, con énfasis en agroecología y cadenas de valor vinculadas a la cría de ganado menor y el cultivo de hortalizas, frutales y granos.
La producción sostenible de alimentos en Cuba se mantiene como prioridad estratégica para reducir la dependencia de importaciones, mediante programas que promueven la agroecología, la bioeconomía y el empleo de bioinsumos, con respaldo de organismos internacionales como la FAO.
El modelo productivo al que aspira el país se orienta hacia una agricultura más resiliente con la diversificación de cultivos, la conservación de suelos y el manejo eficiente del agua.
Entre los principales desafíos figuran la degradación de los suelos, la escasez de insumos y los efectos del cambio climático, factores que inciden en la estabilidad de la producción y exigen soluciones innovadoras y cooperación internacional.
Las perspectivas apuntan a consolidar un modelo de soberanía alimentaria basado en prácticas agroecológicas, la integración de ciencia e innovación y la participación de cooperativas, mipymes y proyectos de desarrollo local.